GARDEL Y EL PRÍNCIPE DE GALES
En 1925 el Príncipe de Gales, que seria el rey Eduardo Vlll de la Gran Bretaña se detuvo un par de días en la estancia de Huetel. Llegó en tren hasta el corazón del establecimiento, que disponía entonces de un ramal de Ferrocarril Sud y de andén propio. Según la crónica, exhausto de las funciones protocolares, el príncipe se dio el lujo de quedarse a dormir hasta tarde en el vagón y de no concurrir a los festejos realizados en su honor. Sin embargo, por la noche se deleitó con un excepcional espectáculo de canciones argentinas ofrecido por el legendario dúo Gardel – Razzano, traído especialmente para esa velada.
Según Razzano, el mismo Presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear, los contrató para entretener a Eduardo en Huetel. Los cantores viajaron el 25 de agosto junto con los guitarristas Ricardo y Barbieri (abuelo de Carmen), más el agregado de su valet Mariano Alcalde. Cuando llegaron a la localidad, su sorpresa sería mayúscula, ya que fueron recibidos por el príncipe en persona, quien les firmó autógrafos y condecoró con medallas de oro que exhibían su imágen.
Hospedados en estancia de Concepción Unzué de Casares, los músicos compartieron con el noble y su comitiva un asado vespertino, pues el príncipe solía tener hábitos más bien noctámbulos, y tras una frustrada invitación a participar en una cacería el homenajeado se retiró para cenar con su comitiva. Un cronista de La Razón, que se hallaba presente, narraría los hechos sucedidos esa noche.
“Poco después de las 22, llegaron al gran hall del palacio, donde se hallaba haciendo tertulia de sobremesa el reducido núcleo de comensales, el conjunto criollo Gardel-Razzano. Los populares cantores con sus guitarristas, se instalaron en un ángulo del salón e iniciaron el programa con la ejecución de ‘Linda provincianita’”. El príncipe festejó con entusiasmo la performance de los músicos, y a continuación entonaron “Galleguita”, “Claveles mendocinos”, “La pastora” y “La canción del ukelele”
Al ver la reacción positiva del agasajado, Sánchez Elía tomó la posta improvisando un repertorio donde se intercalaban canciones norteamericanas e inglesas, para beneplácito del príncipe. Al rato, toda la concurrencia cantaba “Honolulu blues”, “Oh yes, we have not bananas” y otras canciones de moda.
El clima distendido y alegre entusiasmó a tal punto a Eduardo que poco después subió a sus habitaciones para buscar su ukelele, el cual llevaba consigo en sus viajes. Gardel no daba crédito a sus ojos, al igual que Razzano. Eduardo de Windsor templó el instrumento con seriedad. Acto seguido interpretó la popular canción hawaiense que lleva el nombre del instrumento. Tras los aplausos de la concurrencia, el príncipe se animó a más. Llegó a entonar y acompañar las canciones criollas que el dúo interpretó a continuación".
Se cuenta que a la mañana siguiente el Príncipe de Gales se despedía del lugar y preguntaba por Gardel, el Zorzal Criollo dormía aún, no lo pudieron levantar.
El destino de la estancia.
Nada saciaba el ansia de creación con que la espléndida mujer manifestaba su personalidad principesca. A partir de 1912 surgieron de ella, sin pausa, iglesias góticas e instituciones diversas. Estas edificaciones, honran la memoria de su marido, su padre, sus tíos, San Isidro y también Flores. Concepción Unzué murió casi centenaria en 1959.
Como no tenia hijos dejó la Estancia a su sobrina Josefina Álzaga Unzué de Sánchez Elia cuya hija Josefina Sánchez Alzaga Larreta, era la dueña de Huetel. Poseía allí 7.000 hectáreas y una cantidad similar que fue de su hermano Horacio. En este momento se encuentra en manos de María Elena Unzué.