Federico García Lorca llegó a Buenos Aires el 14 de octubre de 1933, invitado por Lola Membrives para presentar "Bodas de sangre". Iba a quedarse un mes, pero la Ciudad le gustó tanto que estuvo medio año. Se alojó en la habitación 704 del hotel Castelar, que hoy se conserva vacía, con una ambientación que lo recuerda y los mismos pisos de madera y mosaicos que pisó García Lorca. "Cuentan que él se asomaba al balcón, miraba la Avenida de Mayo y se inspiraba para escribir", asegura Alex Marrone, gerente operativo del hotel. Hoy la vista desde ese balcón, es la misma que inspiró al poeta andaluz: el edificio de la Unión Industrial Argentina, los árboles de la avenida. "Buenos Aires tiene algo vivo y personal; algo lleno de dramático latido. Yo sé que existe una nostalgia de la Argentina, de la cual no quiero librarme", dijo Lorca. Jamás pudo volver. El 18 de agosto de 1936, los franquistas lo fusilaron "por maricón, por rojo y por poeta".
Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto.
El niño come naranjas.
(Desde mi balcón lo veo).
El segador siega el trigo.
(Desde mi balcón lo siento).
¡Si muero,
dejad el balcón abierto!
Federico Garcia Lorca