El tango impregna este punto emblemático del barrio de Boedo.
San Juan y Boedo antiguas y todo el cielo...
Inaugurado en 1927, el bar Esquina Homero Manzi fue cita obligatoria para músicos de la talla de Osvaldo Pugliese, Julián Centeya, Cátulo Castillo, Carmen Duval, entre tantos otros. El café fue testigo privilegiado del surgimiento del poeta santiagueño Homero Manzi. Y el compositor plasmó esa esquina en Sur, el reconocido tango que musicalizó Aníbal Troilo en 1948.
Luego de una larga lista de nombres que recordarán los más memoriosos, el bar fue rebautizado en 1981 con el indicado: Esquina Homero Manzi. Tras cerrar sus puertas en 1999 recobró su grandeza dos años después, cuando fue reciclado por el arquitecto Carlos Liuzzi, quien mantuvo sus fachadas originales. Unos singulares dibujos decoran tanto el exterior como el interior del café. Los fileteados, combinaciones de dibujo y pintura nutren su valor cultural. En la fachada, un fileteado de Luis Zorz declara a la esquina Sitio Histórico Nacional. También el dibujante Hermenegildo Sábat depositó allí su retrato de Manzi. El largo mostrador y una caja registradora antigua que está sobre él se encuentran adornados de manera similar. Las mesas están dispuestas para que los comensales puedan disfrutar de los shows de tango que suceden arriba del escenario, un atractivo adicional para parroquianos y turistas. En el primer piso, cada palco lleva el nombre de alguna figura destacada del tango en una placa fileteada; debajo de ellas cuelgan otras obras del mítico Sábat.
Actualmente este edificio histórico tiene una amplia oferta gastronómica, shows de tango y es uno de los escenarios del ciclo mensual Música en Bares Notables. Icono del tango, patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad, espacio histórico y tradicional, Esquina Homero Manzi mantiene viva la identidad porteña.
“Sur, paredón y después. Sur, una luz de almacén...”