De comienzos del siglo XX y desde España, nos llega una expresión muy popular. Sucedía por entonces que comenzaban a verse por las calles los primeros automóviles, que competían con los carruajes tirados por caballos. Para ser propietario de uno de ellos se necesitaba tener bastante dinero.
Como también por aquellos años se puso de moda, para los más pudientes, ir a veranear a los balnearios del Mediterráneo o del Atlántico, el colmo de lo exquisito era viajar hasta allí con su propio coche.
El que podía hacer eso, lo podía todo. Por eso, surgió la frase “Ir a la mar en coche”, significando que quien podía darse esos dos lujos combinados era un magnate. Esta expresión, con el tiempo y en nuestras tierras, se simplificó en “…y la mar en coche”, como quien dice: “Querés todo”. A veces, suele emplearse como etcétera, para rematar una serie de cosas.