DE DONDE VIENE LA EXPRESIÓN
¿ POR H O POR B ?
La frase “por H o por B ” tiene su origen en algunas de las dificultades que tiene la ortografía española.
Hay palabras que producen confusión cuando escribimos porque no estamos seguros si se escriben con B o con V, o si se escriben con H o sin hache. Y este tipo de confusiones produce esta expresión.
Utilizamos la expresión “por H o por B” cuando queremos decir que una cosa se produce por una causa o por otra causa. Y con el tiempo llegan frases muy similares con igual significado como “por H o por V ” o “por X o por Y ”.
Entre las expresiones de este tipo, cuyo origen resulta dudoso, se encuentra la recurrente por h o por b, que da a entender que algo ocurre de uno u otro modo, por una cosa o por otra, por uno u otro motivo.
Por ejemplo, en la frase «tengo que aprender inglés por h o por b» lo que se pretendemos decir es que de una manera u otra se conseguirá aprender inglés, venciendo toda clase de impedimentos. Se trata de un recurso que carece de la evocación malsonante que posee por huevos (aunque no se refiera a las gónadas masculinas). Y no es la única fórmula que expresa tal idea, ya que hallamos algunas otras que derivan de ella: por x o por y, por c y por b (no confundir con la locución c por b, que es como decir punto por punto), y más raramente, por h y por v.
El hecho de que siempre se utilice parejas de letras del alfabeto ha centrado su explicación en las faltas de ortografía que a veces se cometen, al confundir un grafema por el otro.
Y es que las teorías sobre el origen de por h o por b son de lo más variopinto. Una de las más peregrinas, que recoge Amando de Miguel, apunta a aquellos lápices alemanes de escasa dureza y gran calidad marca HB. No menos absurda, aunque tiene su gracia, es la que se refiere a una disputa entre dos borrachines que discutían sobre la ortografía de la palabra uva, frente a un vaso de vino. Uno decía que se escribía con una h delante y el otro que con b. Un tercero que pasaba por allí sentenció «por h o por b queda el vino por beber» y, ni corto ni perezoso, se lo bebió de un trago.
De todas las teorías, la que más deja verse en las páginas y blogs de internet vincula dicha expresión con la dificultad ortográfica que siempre ha entrañado para los estudiantes hacer un uso correcto de estas letras. Confundir una b con una v, o dudar de si una palabra se escribe con h o sin ella, ha sido motivo de más de un suspenso para los chavales que llegaban a sus casas diciendo «me han cateado por h o por b».
Hay otra explicación más paleográfica que ortográfica. Cuando antiguamente se escribía con pluma de ave cortada y hendida, los trazos de las letras h y b eran muy similares. Primero se escribía un trazo vertical y a continuación, uno curvo hacia la derecha, que, según se cerrara o no, daba como resultado, respectivamente, a la b y la h. El parecido de ambos grafemas hacía que en los manuscritos se confundieran con facilidad, lo que derivaba en intensas polémicas sobre la lectura de los textos.
También existe una teoría relacionada con el judaísmo; algunos comercios religiosos y presumiblemente las notas cartográficas de Colón llevaban la sigla BH (que significa en hebreo Baruj Hashem o Bendito Dios) interpretando los españoles que como en hebreo se lee de derecha a izquierda sería HB.
La interpretación más interesante sobre el origen de por h o por b, y la que más plausiblemente sea la clave de este enigma, la aporta Javier del Hoyo (Etimologicón, 2013). El filólogo y latinista recurre a los antiguos libros españoles de matemáticas que durante muchas generaciones fueron traducciones de manuales franceses. En ellos, la fórmula habitual para calcular la superficie de las figuras geométricas era h x b, abreviatura de hauteur par base (altura por base), en vez de la habitual a x b, que también se usa para la resolución de problemas aritméticos.
Decía G.K. Chesterton que la diferencia entre el poeta y el matemático es que el poeta intenta meter su cabeza en el cielo, mientras que el matemático intenta meter el cielo en su cabeza. En la inútil lucha que a veces se entabla entre las ciencias y las letras, la locución por h o por b es un ejemplo vivo de cómo aspectos puntuales de las ciencias puras, la geometría o la aritmética, pueden generar frases hechas que los hablantes asumen con total naturalidad.
Si, como afirmaba Marcus de Sautoy, las matemáticas pueden cambiar la geometría en lenguaje, a veces el lenguaje puede hacer que las matemáticas dejen de ser por un momento esa ciencia solo apta para mentes privilegiadas y ajena al común de los mortales, para convertirse en objeto cotidiano de expresiones habituales, que la hacen más cercana, más humana en definitiva.