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Ronda de mates entre amigos: Historias perdidas de Buenos Aires
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From: 2158Fenice (Original message) |
Sent: 16/03/2025 07:04 |


“CASA ANDA” : UNA JOYA VENECIANA QUE SE DERRUMBA ANTE NUESTROS OJOS.
Ubicado en la avenida Entre Ríos 1081 del barrio porteño San Cristóbal, este edificio de altos fue proyectado y construido en 1913 para el fabricante de zapatos Leandro Anda, por el arquitecto Virginio Colombo, el mismo que concibió, entre otros inmuebles prestigiosos, la Casa Calise, la Casa de los Pavos Reales y la Unione Operai Italiana.
En 1926, Anda vendió la propiedad a Luiggi Bruno Rocatagliata, un piamontés que con un parche de cuero cubría el hoyo del ojo izquierdo que perdiera en la Batalla de Volturno con la Legión Internacional en 1860. Estaba casado con Glorietta Cattanni, siciliana, rolliza y anarquista que idolatraba a Simón Radowitsky, el ucraniano que asesinara al coronel Ramón Lorenzo Falcón.
En la “casa Anda”, Luiggi y Glorietta ocupaban el piso superior con sus dos hijos mellizos, Emmanuel y Vittorio de 17 años.
El local a la calle de la planta baja y su departamento, era alquilado por la pareja formada por el húngaro Ernest Zick (de pasado bastante turbulento), su mujer andaluza, Dolores Rocío, y la hija de los dos, Celina Amparo, de 16 años. El pasado militar de ambos facilitó que Ernest Zick y el tuerto Luiggi Rocatagliatta se hicieran rápidamente amigos, al igual que sus familias.
Apasionado colombófilo, Luiggi Rocatagliatta hizo construir en la terraza una torre-palomar y mirador que le permitía una amplia vista sobre el barrio, y al cual se accedía por una escalera metálica exterior. Desde allí entrenaba a los pichones que nacían y se criaban en los nidos del palomar.
La muchachita Celina Amparo -a quien describen como muy pizpireta- no tardó en enamorar a los mellizos, estimulando los celos en cada uno hacia el otro. Una noche, el más tímido, convencido de que su hermano era el preferido de Celina Amparo, en una crisis de rabia lo estranguló mientras dormía. Al comprender la locura que acababa de cometer, subió al palomar se ahorcó con un alambre.
A la mañana, cuando Glorietta fue a despertar a sus hijos para ir al colegio, se encontró con el cadáver de Emmanuel. Llamó a su marido a los gritos quien, tras recorrer las habitaciones sin encontrar a Vittorio, tironeado por un mal presentimiento trepó al palomar, donde lo encontró pendiendo de un tirante del tejado. Al intentar bajarlo, sufrió un infarto y falleció en el lugar. Se dice que en ese mismo momento, las palomas comenzaron a piar y a revolotear despavoridas alrededor del edificio, tras lo que se fueron y no regresaron más.
Un par de agentes de la policía que acudieron al llamado de los vecinos, evitaron que Glorietta se tirase por el balcón cuando le anunciaron también la muerte de su marido y de su otro hijo. Los Rocatagliata fueron inhumados en el cementerio de La Chacarita. Del cortejo fúnebre formaron parte los Zick con su hija, que ya había comenzado a ser sospechada por el vecindario como parte importante en la tragedia.
Glorietta Rocatagliata, siguió viviendo sola en el piso superior, con su psiquis completamente alterada. Durante un tiempo, desde la calle solía vérsela caminar, desaliñada y abandonada, de un lado al otro del ventanal de la habitación de sus hijos. Su cuerpo fue encontrado un día al pie de esa ventana semidevorado por las ratas.
Por su lado, los Zick continuaron también en su piso, donde Ernest comenzó a exagerar con el alcohol.
El local comercial de la planta baja se convirtió en una carnicería, alquilado por un paraguayo carismático que se vestía y hablaba como Carlos Gardel. Celina Amparo quedó hipnotizada por el personaje, y no tardó en desaparecer con él. Su padre recorrió diversos barrios porteños en su búsqueda, hasta que se dio por vencido y decidió mudarse a Valle Hermoso, en las Sierras de Córdoba.
Desde ese entonces, el edificio pasó por varios dueños e inquilinos de costumbres extrañas. Entre ellos, un negro brasileño proveniente de Olinda, cuya mujer tenía mucha más edad que él. Adeptos a la brujería, la magia negra y el vudú, realizaban sangrientos ritos con aves de color negro en la terraza. Se dice que aún hoy pueden verse en las baldosas diversos grabados diabólicos y marcas y símbolos satánicos en el revoque de sus medianeras.
Según el doctor Manuel Vasco da Fonseca en su libro “Crónicas Absurdas de Buenos Aires”, los vecinos recuerdan las “titilantes luces de las velas, las danzas rituales con sus cánticos con gritos espeluznantes, el tamborileo monótono e hipnotizador y el chillido del degüello violento de los gallos negros en las noches sin luna de los viernes. A otras gentes les extrañaban las manchas de sangre fresca y excrementos que aparecían en la baldosas de la vereda justamente debajo del ventanal donde en su parte inferior se encuentra una máscara cabeza de león de gesto sonriente y socarrón, obviamente suponían que esos líquidos los había babeado o vomitado la pétrea fiera bajo la influencia de algún oscuro y satánico conjuro.”
Con semejantes antecedentes, el edificio fue abandonado de a poco hasta por sus dueños y, quienes alquilaron el local a la calle, se fundieron enseguida.
Vecinos aseguran que en el ’77, se escondió ahí un militante buscado por la dictadura, que finalmente fue acribillado en el palomar donde se había ahorcado el hijo del Tuerto.
Hoy, la Casa Anda, ese bellísimo inmueble de estilo veneciano -a pesar de ser indemolible por haber sido declarado patrimonio cultural de la ciudad-, se cae a pedazos ante la vista de quienes somos sus vecinos. Aparentemente se creó una comisión que interviene ante el gobierno de la ciudad para que se tomen medidas para su salvaguarda, pero tal comisión no la pude encontrar por Internet.
Todo lo relatado aquí a propósito de la Casa Anda, es una síntesis de la recopilación que yo mismo hice de diversos documentos encontrados en Internet, destacándose entre ellos el escrito por el estudioso español Manuel Vasco da Fonseca en su libro “Crónicas Absurdas de Buenos Aires” Cap. III, págs. 269/280 – Ed. Saritnem - Vigo-España 3º Edición 1989.
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AGREGADO A LA NOTA PUBLICADA : el lector [Heriberto Julio Gambirassi](https://www.facebook.com/heribertojulio.gambirassi?hc_location=ufi) (lean entre los comentarios), puso su atención en un detalle que se me había escapado: las dudas sobre la causa de la muerte del arquitecto Virginio Colombo ni bien la casa fue vendida. En realidad no está claro si siendo tan joven (43 años) murió de una "larga enfermedad", se suicidó o lo asesinaron. Las actas policiales de aquel entonces desaparecieron, pero parece ser que el Libro de inhumaciones en el Cementerio de la Chacarita dice: "Colombo, Virginio, 43 años, casado, italiano, calle Moreno 2091, herida de bala en la cabeza región temporal".
De haber sido así, crimen o suicidio, es una víctima más a agregar a la "maldición" de la Casa Anda.
Cuando escribí a propósito de Casa Anda, dejé de lado muchos otros detalles para no hacer la nota muy larga y pesada. Sin embargo, me parece que el interés que provocó amerita que le agregue algunos elementos que hacen su historia más compleja. Sobre todo, integraré aquellos aportes que ustedes mismos me están haciendo llegar con sus comentarios, en complemento enriquecedor de lo escrito. Mi agradecimiento a todos ustedes.
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ACLARACIÓN POST PUBLICACIÓN DE ESTA NOTA : las fotografías, las tomé de la web sin otra intención que la de sensibilizar a los porteños al respecto y difundir un pedido de socorro para esta joya de la arquitectura local. Ellas datan de hace muchos años y no es el aspecto actual, ya que las puertas de entrada al local y a los departamentos hoy están tapiadas. Puede ser que en el momento en que fueron tomadas haya estado "okupada" temporalmente. En una de las entradas hay un cartel de una inmobiliaria que, supongo, fue la que decidió clausurar el acceso. Tengo fotos más recientes pero las perdí en el desorden de mi disco duro. Ni bien las encuentre las cambio por las que publiqué aquí. O bien sacaré algunas nuevas mañana, en "mi hora de esparcimiento" autorizada en plena pandemia.
27 DE ABRIL 2020 : Las fotos del edificio entero, de la planta baja y los balcones las tomé yo mismo esta mañana (a mi regreso del supermercado) y borré las que había tomado prestadas de la web. O sea que este es el estado actual de la casa en el que podrán ver el cartel de una empresa inmobiliaria y las entradas tapiadas.
El cartel comercial que se ve arriba de la entrada al local, entre las dos puertas, es el del último comercio que funcionó allí, hace ya muchos años.
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From: karmyna |
Sent: 17/03/2025 02:02 |
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