A veces la fatiga me ceba algunos mates... Mientras la madrugada se acerca en alpargatas, los ojos en pantuflas chapalean la lágrima. ¡Tanto párpado abierto! ¡Tantos zapatos rotos para un solo camino y tanto camino errado para tan pocos pasos...!
A veces el cansancio se me arrima al costado y se cruza de piernas y se cruza de brazos... Y un estar boquiabierto con el techo en los párpados descompone las sombras de un reloj lastimado.
A veces se me vuelan del bolsillo los sueños... Y me quedo tan sola Tan perdida Tan desarmada y huérfana, que llamo a la soledad para que aúlle, para que me rasguñe en la boca, para que me duela en los ojos, para que no se me anestesie el corazón.
Me duelen tanta cosas! Hay días que no entiendo ni se lo que me pasa. No encuentro las respuestas. Ni intento las palabras. A veces...sólo a veces me siento en los pasillos de un cielo laberíntico y llamo a alguna estrella que se llevó mi nombre. A veces...sólo a veces me canso de llevarme conmigo a todas partes. Me cansan los caminos vacios de regreso... Me duelen las esquinas cansadas del cemento. Centímetro a centímetro, con mi bastón detector de sueños, busco desde entonces la vereda segura, la calle esperanzada.
Tantos zapatos rotos me preguntan llorando: ¿El camino es redondo? ¿Te conduce a algún lado?