CARTAS DE AMOR
Añoro aquellas cartas de los antepasados,
cartas de amor guardadas en la hondura del alma
y en un cofre secreto, con un lazo de seda,
por temor a que el tiempo se lleve las palabras.
Olían a hogar y a pan, a jardín florecido,
al amado perfume de alejada presencia.
Cartas como gavillas de adorados recuerdos.
El corazón vibraba entre gozo y tristeza.
Sus letras desvaídas al paso de los años,
letras fuertes, sinceras, de entrega y de futuro,
rezumaban amor en largas líneas rectas.
Testamento romántico que aún vive vagabundo.
Hoy las cartas de amor son palabras virtuales,
llegan en los mensajes, sin perfume, sin rastro
de los trazos queridos, sin notarse en sus letras
la emoción, la nostalgia y el temblor de las manos.
Se guardan en carpetas de archivos personales
del correo electrónico, son otro documento
del área de trabajo. Quizá un malvado error,
en un día cualquiera, elimine el recuerdo.
La grafía aparece con la fuente instalada,
en un modelo estándar, carente de latidos,
llegan sin un cartero que llame a nuestra puerta
y nos deje el tesoro del palpitar cautivo.
Añoro abrir con ansia el sobre deseado
que trae sabor a besos, a caricias perdidas,
el tacto de sus dedos, a huellas de su piel,
y leer expectante las amadas noticias.
Guardar con gran ternura en íntimo cobijo
las cartas del amor, atadas con la cinta
de la seda del alma. Y, pasados los años,
alegrar mi vejez con flores de la vida.
Ahora espero un mensaje: tus amadas palabras
en mi triste bandeja, que está, sin ti, vacía.
Quiero ver encendido tu fuego en mi pantalla
¡Que ardores cibernéticos franqueen la cortina!.
Transito por la red, quiero alcanzar tu módem.
Es tuyo mi perfil, mi clave es tu recuerdo,
la memoria instalada tu imagen reconoce.
Sólo soy internauta varada en tu escarceo.
Navego cada día por las aguas virtuales.
El sistema binario, del amoroso idioma,
elabora la ruta marcada en nuestros mares.
Como un gris timonel piloto hacia tu sombra.
Formatea tu amor el disco de mis sueños,
los pines de mis puertos reclaman tu presencia,
tu oleaje de bits inunda mi cerebro
y, enlazada a tu aurora, mis páginas diseñas.
La voz que desencripta binaria soledad
teje la telaraña que en las noches me aflige,
sistema operativo de realidad virtual
que aloja tu programa en mi árido arrecife.
Fragmentada, anhelante, por múltiples estrellas,
viajo para ensamblarme en un feliz destino
y espero tu mensaje en mi triste bandeja.
¡Tú pulsas el botón de mi amante suspiro!
AIRES
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