¡GIGANTES RUGOSOS...! (A esas rocas maravillosas adormecidas desde tiempos inmemoriales)
-Audroc-
Túmulos milenarios de gigantes erguidos, perpetua fantasmagoría del Reino Universal, forjado entre los fuegos en estertor sonido, tras viejas conmociones y tremendos rugidos de vientos sibilantes con dedos de metal.
En sus rugosas frentes, duermen nubes de ensueños, descansan las estrellas y se adormece el sol, con rayos de la luna que buscan con empeño alearse con sus canas y descubrir los sueños, que dan las profecías desde el primer albor.
Sus agrisados hábitos, de ascetismo fecundo, semejan conventuales monjes en oración, que hincados de rodillas, sobre el altar del mundo, con sus severos rostros, en éxtasis profundo, asumen los misterios de la contemplación.
Tienen su ojos fijos, siempre mirando el cielo, en símbolo perenne de augusta constricción. Ojos color de tierra, brazos de espacio y suelo, que en viejas remembranzas y perpetuo desvelo, golpean a sus oídos la eterna compulsión.
Los pliegues de sus hábitos son leyes de infinito, que guardan nido al ala y al colmillo el cubil, y asumen la pobreza, en voto de su rito, desde la limosnera recortada en granito por la pupila de oro naufragando en añil.
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