Durante mi penúltimo año en la escuela, mi profesor de inglés, el señor Reynolds, entregó a cada alumno una lista de pensamientos o frases escritas por otros estudiantes, y luego nos asignó como tarea escribir una composición basada en algunos de ellos.
A los diecisiete años, comenzaba a preguntarme muchas cosas, así que elegí la frase: "Me pregunto por qué las cosas son como son".
Aquella noche escribí en forma de cuento todas las preguntas que me dejasen perpleja acerca de la vida. Comprendí que muchas eran difíciles de responder, y otras quizá no tenían respuesta.
Cuando entregué la tarea, temí que no fuera aprobada porque no había dado una respuesta a "Por qué las cosas son como son": sólo había formulado preguntas.
Al día siguiente, el profesor Reynolds me llamó al frente y me pidió que leyera el cuento en voz alta. Me entregó la composición y se sentó en el fondo del salón. Cuando comencé a leer la clase hizo silencio:
Mamá, papá... ¿Por qué?
Mamá, ¿por qué son rojas las rosas?
Mamá, ¿por qué es verde el prado y azul el cielo?
¿Por qué la araña teje una tela en vez de una casa?
Papá, ¿por qué no puedo jugar con tu caja de herramientas?
Profesor, ¿por qué tengo que leer?
Mamá, ¿por qué no puedo usar lápiz labial en las fiestas?
Papá, ¿por qué no puedo quedarme hasta las doce de la noche?
Los otros chicos lo hacen. Mamá, ¿por qué me cuidas ?
Papá, ¿por que no le agrado a los chicos?
¿Por qué soy tan delgada?
¿Por qué tengo que llevar aparato de ortodoncia y usar anteojos?
¿Por qué tengo que tener dieciseis años?
Mamá, ¿por qué debo graduarme?
Papá ¿por qué tengo que crecer?
Mamá, papá ¿Por qué debo irme?
Mamá, ¿por qué no escribes más a menudo?
Papá, ¿por qué extraño a mis viejos amigos?
Papá ¿por qué me quieres tanto? ¿por qué me mimas?
Tu niñita está creciendo. Mamá, ¿por qué no vienes a visitarme?
Mamá ¿por qué es tan difícil hacer nuevos amigos?
Papá, ¿por qué extraño no estar en casa?
Papá, ¿por qué se detiene mi corazón cuando él me mira a los ojos?
Mamá, ¿por qué me tiemblan las piernas cuando escucho su voz?
Mamá, ¿por qué estar enamorado es el sentimiento más maravilloso del mundo?
Papá ¿por qué no te agrada que te llamen "abuelito"?
Mamá, ¿por qué los deditos de mi bebé se aferran con tanta fuerza a los míos?
Mamá, ¿por qué tienen que crecer?
Papá ¿por qué tienen que irse? ¿Por qué me tienen que llamar "abuelita"?
Mamá, papá, ¿por qué me abandonaron? Yo los necesitaba.
¿Por qué pasó mi juventud sin advertirlo?
¿Por qué muestra mi rostro todas las sonrisas que he dado alguna vez a un amigo o a un desconocido?
¿Por qué brillan mis cabellos como la plata?
¿Por qué tiemblan mis manos cuando me inclino a recoger una flor?
¿Por qué, Dios, las rosas son rojas?
Cuando terminé de leer el cuento, mis ojos encontraron los del señor Reynolds, y vi que una lágrima se deslizaba lentamente por sus mejillas. Fue entonces cuando comprendí que la vida no siempre se basa en las respuestas que recibimos, sino tambien en las preguntas que hacemos.