CENTINELA DE AMOR
Te puse tras la tapia de mi frente para tenerte así mejor guardado y te velé, ¡ay, amor!, diariamente con bayoneta y casco de soldado.
Te quise tanto, tanto, que la gente me señalaba igual que a un apestado; ¡pero qué feliz era sobre el puente de tu amor, oh, mi río desbordado!
Un día me dijiste: -No te quiero... y mi tapia de vidrios y de acero a tu voz vino al suelo en un escombro.
La saliva en mi boca se hizo nieve, y me morí como un jacinto breve apoyado en la rosa de tu hombro.
Desconozco el autor.
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