Rosa mariposa
Rosa deseaba poseer las alas de Mariposa. ¿Por qué sus pétalos se abrían sin alcanzar la felicidad del vuelo? ¿Por qué no tenían tantos colores y puntos
brillantes? ¿Por qué no era una joya del cielo?
Mariposa, en cambio, deseaba tener la fragancia de Rosa. Soñaba con perfumar el aire y, como la brisa, batir sus alas y envolverse en un maravilloso aroma.
¿Por qué no era la única mariposa perfumada en el mundo?
Tanto deseaba una lo que tenía la otra, que Mariposa no volaba para perfumarse con los pétalos de Rosa y Rosa no abría del todo sus pétalos por temor de
que se cayeran y no volaran.
Era un problema, y como las dos eran inteligentes pensaron que debían resolverlo. En el alba, en el único minuto en que a las mariposas y a las rosas les
está dado hablar con la Naturaleza, se lo dijeron para que ella les diera una solución.
Mientras la Naturaleza pensaba cerró los ojos y no hubo luz de sol en la tierra. Inmediatamente los abrió y volvió el Sol a sonreír.
-Las mariposas son hermosísimas sin perfume. Las rosas son muy bellas sin alas. Cada ser tiene algo distinto del otro y todos armonizan. Ustedes desean
quebrar esa armonía. Pueden tener dificultades... Si me necesitan, vuelvan a hablarme.
-¿Y qué debemos hacer? -preguntaron Rosa y Mariposa.
-Ustedes, nada. Sigan unidas como hasta ahora y obtendrán lo que desean.
Así, a la luz rosada del alba, surgió una creación bellísima y extraña que se llamó Rosa Mariposa.
Titubeó en volar, se sintió muy emocionada, pero pronto voló más alto que los pájaros porque tenía más alas que los pájaros. Y al volar dejó una estela
de aromas que ni la misma brisa se animó a destruir.
Rosa Mariposa fue un asombro hasta para el Sol, que pestañeó sin poder creer en lo que veía.
Volando y volando, jugueteó entre las nubes. Probó con orgullo sus alas y se elevó más y más. Pronto se cansó. Sólo había silencio, tan alto en el cielo.
Descendió rápido, en una altura donde no vuelan los pájaros, vuelan los aviones.
Rosa Mariposa se encontró con un pájaro de metal que la atemorizó.
Comprendió el peligro de tener tantas alas y querer probar todas al mismo tiempo. Dejó que descansaran algunas y descendió a tierra nuevamente.
El Sol brillaba en la mañana cuando Rosa Mariposa se detuvo sobre el cerco de un jardín.
- ¡Miren! -dijo una mamá a sus dos hijos-. ¡Miren qué extraño! No es una rosa ni una mariposa.
- ¡Es algo fantástico! -gritaron los chicos-. ¡Vamos a cazarla!
No tuvieron tiempo. Rosa Mariposa voló hacia la rama de un árbol. Los chicos quisieron trepar. Menos mal que el árbol era alto. Llamados por la señora llegaron
muchos vecinos. Traían una red.
Rosa Mariposa se vio obligada a huir de allí y comprobó lo terrible de su destino: tenía que volar, volar y volar.
Cada vez que se posaba dos ojos se detenían en ella. Su belleza causaba gran revuelo y corría peligro de ser atrapada.
La noticia de que en el mundo existía un ser con alas de mariposa y perfume de rosa llegó a la televisión, a la radio, a la primera plana de los periódicos.
Rosa Mariposa se convirtió en noticia. Se ofrecieron fabulosos premios al que la atrapara viva.
Sintió miedo. Cansada, sin fuerzas, detuvo a un pájaro y le pidió ayuda.
-Es una seria dificultad -dijo el pájaro-. No quisiera estar en tu lugar. Te comprendo. Yo soy un pájaro común y sin embargo tengo que andar evitando tramperas.
- ¡Por favor, si me comprendes, ayúdame! -rogó con desesperación Rosa Mariposa.
- No puedo, no sé qué decirte... ¿Por qué no consultas a la Rana Sabia? Muchos dicen que acierta. Y le indicó la dirección de la charca.
La Rana Sabia estaba cubierta por gotas de agua que parecían brillantes. Era más grande y más serena que cualquier rana. La piedra donde ella se sentaba
era respetada y, al croar, ranas y sapos hacían círculo para escucharla. Siempre tenía respuesta para todo, pero ante las dificultades de Rosa Mariposa
por primera vez quedó en silencio.
-No sé qué decirte. No puedes vivir en el cielo, ni en la tierra, ni escondida siempre. No eres insecto, no eres flor, no eres ave... ¿Quién eres?
-Ya lo sé -dijo Rosa Mariposa, compungida-: Un ser extraño. Lo dice todo el mundo.
- Entonces -contestó la Rana Sabia, que nunca perdía más tiempo que el necesario-, ve en busca del Elefante Blanco. Él también es un ser extraño y entre
dos seres extraños tal vez puedan ayudarse.
En el lugar más oscuro de la jungla, donde casi permanentemente vivía la Noche, Rosa Mariposa encontró al Elefante Blanco.
- ¡Ay, ay, ay! -se lamentó éste-. Sólo puedo consolarte, hija mía. Mira cómo vivo yo, en la penumbra, porque si me ven me atrapan. ¡Y tengo tan larga vida
por delante!
-Gracias -le dijo Rosa Mariposa-. Comprendo que no pueda ayudarme.
-¿Por qué no visitas a la Vaca Sagrada? Es un animal respetado. Tal vez te enseñe qué hacer para que el mundo te respete.
Rosa Mariposa voló a la India para hablar con la Vaca Sagrada.
- Aquí nos respetan desde hace miles y miles de años -fue la respuesta-, porque nos consideran sagradas. Pero ¿qué pasa en el resto del mundo? Millones
de vacas viven entre cercas de alambres. Yo no puedo convertirte en ser sagrado. ¿Lo entiendes, Rosa Mariposa?
Sí que entendió y entendió más cuando hombres con turbantes y mujeres con velo sobre el rostro corrieron hacia ella lanzando exclamaciones.
Rosa Mariposa voló y la Vaca la siguió con melancólica mirada. Después se puso a acariciar a un ternero, porque por más sagrada que fuera ante todo era
una madre.
¿Cuánto tiempo estuvo Rosa Mariposa volando y volando?
Ni ella misma lo supo. ¡Estaba tan cansada! Al anochecer no pudo más y se posó sobre un jardín. Una niña y un niño rubio estaban cerca, pero Rosa Mariposa
los vio tan hermosos y tan tiernos que por primera vez no tuvo miedo.
La niña de los ojos celestes la miró y sin tocarla lanzó una voz alegre:
- ¡Qué linda! ¡Es una rosa!
El chico, de ojos oscuros, la observó atentamente y aseguró:
- No, es una mariposa.
Rosa Mariposa, a su vez, los miró agradecida y pensó: ”Son dos ángeles”.
Le quedaba una sola cosa por hacer. Reposar durante esa noche y despertar justo en ese minuto del alba concedido a las rosas y a las mariposas para hablar
con la Naturaleza.
Quería descansar; lo necesitaba. Tenía que estar muy serena para contarle las dificultades que había vivido y pedirle una solución para el futuro.
Rosa Mariposa miró las estrellas, una por una. ¡Resplandecían tanto! Contempló la Luna, redonda y brillante. Hasta las sombras de la Noche eran bellas.
También había una fragancia de pino que daba placer aspirar.
Cada cosa en su verdad era perfecta; cada una cumplía su misión. Y todos estaban contentos.
¿Qué le diría a la Naturaleza? ¿La escucharía acaso?
Rosa Mariposa tembló con todas sus alas y su perfume, cuando le llegó su minuto al alba.
- Ayúdame -murmuró llorando. Y no tuvo necesidad de decir más.
A su alrededor nació una luz vivísima que intensificó y transformó los colores en sus alas. En torno de ella surgió un círculo dorado que emitía rayos como
el Sol.
Oyó una voz inconfundible,
- Sé las dificultades que has pasado. ¿Te das cuenta de que no puedes ser Rosa Mariposa?
- ¡Sí, sí, sí! -dijo rápidamente Rosa Mariposa, temiendo que pasara el minuto concedido.
- Entonces, vivan unidas y separadas. Gocen y compartan las bellezas que poseen.
Cuando los niños se despertaron vieron una bella rosa, plena de fragancia, y una mariposa colorida que volaba en círculos alados.
- Te dije que era una rosa -dijo la niña.
- Te dije que era una mariposa -dijo el niño. Los dos tenían razón.
Susana Jesumaría
tomado del libro: mismismisterio