A un médico le iba muy mal en la carrera, y cuando la necesidad fue muy grande, decidió trabajar de cualquier otra cosa. Después de mucho buscar, consiguió un trabajo de camionero. Un día lluvioso iba por la ruta, cuando vio una monjita haciendo dedo. Compadecido de la mujer, y aburrido por el largo viaje, la hizo subir. Cual no fue su sorpresa cuando vio que la monjita le hacía insinuaciones sexuales. Luego de resistir un par de veces, la tentación fue muy grande: paró el camión a un costado de la ruta, y se acostó con ella. En el momento crítico, la monjita dijo: "por adelante no, hermano, que es de Dios. Por atrás puede ser". La situación no daba para discusiones teológicas, y el médico camionero aceptó la condición. Luego de finalizar, y antes de bajar del camión, la monjita dice: - Para perdonar esto que has hecho, necesito una contribución económica de $50. - Pero hermana, me extraña que me cobre - dijo el médico irritado sacando la billetera. Como si no fuera poco lo que acaba de hacer, ahora me pide dinero. Mire, le voy a confesar algo. Ante la necesidad económica, hay que sacrificarse. Aquí como me ve, trabajando de camionero, yo soy médico. - Y aquí como me ve a mí de monjita, yo soy ingeniero.
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