(Dra. Elísabet, licenciada en medicina y cirugía)
Uno de los mayores privilegios que puede tener una persona, es el
de ser consciente en todo momento de cuanto le rodea. Para
adquirir esta conciencia, es necesario conocer la realidad de
nuestro entorno y de nuestra trascendencia. No es una tarea
difícil, ya que mediante la observación, con voluntad y esmero
podemos llegar a relevantes conclusiones. Un buen ejemplo podría
ser la observación de nuestro propio cuerpo, un 'universo en
miniatura'.
Dado que mi profesión me ha permitido conocer el funcionamiento
del cuerpo humano en profundidad, me gustaría comentar algunos
de sus aspectos como testimonio y homenaje a su perfección y
grandeza. Creo que tenemos la responsabilidad de conocer
mínimamente nuestros propios cuerpos, por utilizarlos durante
nuestra vida en este plano físico.
Tras estas palabras de introducción iniciaremos un breve viaje
a través del maravilloso cuerpo humano que nos servirá de ejemplo
para llegar a una importante conclusión, puesto que su
funcionamiento refleja toda una filosofía de vida que ayuda a
entender el sentido de nuestra existencia.
Nuestro cuerpo está formado por una serie de sistemas,
constituidos por millones de pequeños individuos o diminutos
seres llamados células, que poseen su propia identidad y que
cumplen una misión determinada. Unas, por ejemplo, transportan
el oxígeno de un lugar a otro del organismo; otras, constituyen
el sistema de seguridad, se encargan de poner orden en los
problemas y eliminar todo aquello que nos puede dañar (este
sistema actúa cuando somos infectados por algún elemento
extraño como una bacteria o un virus). Otras células llamadas
plaquetas, tienen la misión de actuar todas juntas haciendo de
cemento o tapón, sellando velozmente las grietas o heridas
producidas. Otras, las células del hígado, se encargan de
seleccionar y alimentar a todas las células del organismo
a partir de las sustancias que hemos ingerido una vez tratadas
debidamente y absorvidas por las células del estómago y del
intestino. Asimismo, las células del riñón eliminan los
productos tóxicos producidos por el mismo organismo para evitar
posibles daños. Otro ejemplo, podría ser las células nerviosas,
encargadas de que todo funcione en el orden correcto y
establecido. Y otras tantas que son imprescindibles para
respirar, oír, ver, oler, sentir, etc.
En definitiva, todos estos procesos constituyen una compleja '
sociedad' de células, todas ellas con sus respectivas funciones.
A su vez las células forman órganos y esos órganos forman
sistemas y así sucesivamente en una escala ascendente, cada
vez mayor.
Además de estar continuamente activas, todas permanecen en
alerta para intervenir de forma inmediata en caso necesario.
En el organismo no existe ningún elemento que no tenga una
función útil y necesaria dentro del engranaje general.
¿No les parece increíble toda esta maravilla?. Debo confesarles
que a mí me encanta, aunque me imagino que ya lo habrán notado.
Además, la mayoría de estos procesos se realizan de una forma
totalmente inconsciente por nuestra parte, mientras nosotros nos
desenvolvemos de modo habitual.
No es mi intención cansar al lector con demasiados detalles
propios de la literatura médica, sino insistir en la gran
perfección e inteligencia con la que se desarrollan todas y
cada una de las funciones del organismo.
Tenemos la gran responsabilidad de cuidar y mantener nuestro
cuerpo lo mejor posible, todas las células que trabajan para,
por y con nosotros, se han ganado a pulso un respeto que no
debemos menospreciar.
Visto lo anterior y como pequeña muestra de todas las cosas
creadas, todo, absolutamente todo, está interrelacionado.
Estos diminutos seres llamados células colaboran entre sí y
se ayudan mutuamente. Es una gran cadena en la que uno tira del
otro y así sucesivamente en una relación sin fin.
CONTINUA...