La vida es una copa plena de felicidad, pero nunca se nos da llena. Nos dan un sorbito de vez en cuando, un sorbito con el que tenemoss que ir llenándola, gota a gota, todos los días, para sobrevivir.
No te la pases gimiendo tus desgracias, pronosticando tragedias imaginarias, o asustado por males, que probablemente nunca lleguen. Nacemos para luchar por la felicidad, para crearla, para construirla a pesar de tristezas, desencantos, errores, malas jugadas e irremediables imprevistos.
La felicidad no se encuentra en bienes y placeres. Se actúa bien y ella sola se va presentando. La felicidad no es estar añorando todo lo que nos falta, sino acoplarnos a todo: lo que tenemos y lo que no tenemos.
No vendas tu felicidad... ¡regálala! No busques fórmulas sencillas, ni baratas para tenerla.
Ingredientes de la felicidad:
Compartir lo que tienes. Amar sin exigencias. Perdonar sin cicatrices. Aceptar sin perfecciones. Agradecer lo que te dan. ¡Y no rendirte nunca!.
Todo tiene que ir armonizando: Del panal, un poquito de miel. Del mar, un poquito de sal. De la vida, un toque de optimismo. De la imaginación, sueños. Del dolor, raíces fuertes. Y de la fe, solidez de roca.
Porque no sabemos cómo llenar nuestra copa. Porque no damos a la vida todo lo que podemos darle y esperamos, a veces ingenuamente, que la vida nos regale, pero sin pagar el precio. ¿Por qué no somos felices?
No olvidemos que la mejor manera de ser feliz, es:
Ocuparse de que otros lo sean; dar sin esperar; servir con mucho AMOR y por AMOR.
Demos mucho de nosotros y la felicidad llegará sola.