El Evangelio de Hoy SABADO 11 DE JUNIO DE 2011
"Los hombres tienen con frecuencia bastante religión para sentirse enemigos de los que tienen otra; y muy pocas veces tienen la religión necesaria para amarse los unos a los otros".
VII Sábado de Pascua.
¡Bienvenidos. Hermanos y hermanas en Cristo Jesús!“El Señor este con Uds.”.Nos hemos reunido para leer la Palabra y alimentarnos de Cristo Resucitado que fortalece nuestra vida y nos compromete a vivir y a llevar una vida Espiritual llena de amor y paz.Con alegría leamos la palabra.
“Habla Señor, qué tu siervo escucha”.
Señor, creo en las Sagradas Escrituras que voy a leer,se que contiene Tu Santa Palabra.Haz que la escuche con todo respeto y amor.Ilumina mi mente para que por medio de ella yo conozca Tu Santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí.Espíritu Santo, ilumina con Tu luz mi cabeza y enciende mi corazón para que la palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre en mí, para conocer por medio de Tu Palabra, Tu Divina voluntad, lo que puedo y debo lo, que debo y puedo modificar,y que no depende de mi cambiar, como debo conducirme en los acontecimientos de la vida.Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a Escuchar Tu Palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para obedecerle...En TI esta la Luz y la salvación.Amen, y Amen
Primera lectura
Hechos 11,21b-26;13,1-3
En aquellos días, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó noticia a la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño; como era hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, una multitud considerable se adhirió al Señor. Más tarde, salió para Tarso, en busca de Saulo; lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Durante un año fueron huéspedes de aquella iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquia donde por primera vez llamaron a los discípulos cristianos.
En la iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno; Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu
Santo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado." Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron.
Meditación
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José, apodado Bernabé, que significa «hijo de la consolación», recibe el nombre de apóstol, aunque no fue uno de los Doce. Y recibe este nombre precisamente porque desarrolló un papel decisivo en la difusión del Evangelio. Como se dice en los Hechos de los apóstoles, fue un hombre de gran fe, y, al entrar en la comunidad cristiana, vendió todos sus bienes y los puso a disposición de los apóstoles . Colaboró con Pablo en la evangelización de los paganos. Desarrolló su actividad misionera sobre todo en la ciudad de Antioquía, desde donde partió con Pablo para el primer viaje misionero. Murió mártir en la tierra donde había nacido, en la isla de Chipre.
La vocación y conversión de Pablo es un hecho muy importante en la primitiva iglesia, su historia, su situación. Una vez narrada, Lucas da cuenta de la primera reacción ante él.
Hay dos rasgos interesantes: la inicial desconfianza ante un Saulo convertido, lo que muestra que también en esa primera comunidad funcionaban los rasgos humanos normales que funcionan en los seres humanos. El otro es la aceptación incondicional posterior, si bien Lucas suprime las tensiones que acompañaron siempre a Pablo en su vida en ciertos ambientes. Pablo, por su parte, se entrega con ímpetu a la misión que le ha sido confiada. Sigue las huellas de Jesús, y ello le empieza a preparar a un destino parecido: el peligro de su vida. La solución aquí es distinta que en el evangelio: Pablo huye, de acuerdo con los hermanos. No siempre se habrá de proceder de la misma manera. Y ello no por cobardía sino por fidelidad a la misión misma.
A los dos años después de su conversión, Pablo se dirige a Jerusalén buscando el contacto con la primitiva comunidad cristiana. No se le sería fácil, pues todos se acordaban del antiguo perseguidor y lo miraban con recelo, pero medió su amigo Bernabé, de origen helenista, igual que Pablo y lo presentó a los apóstoles.
Pablo permaneció en Jerusalén quince días (Gál 1, 18), poco tiempo para realizar una actividad evangélica entre los helenistas. Tampoco debemos suponer que tuviera tiempo para actuar en los medios judíos, hablando en las sinagogas.
Pablo no fue "apóstol" en sentido estricto, no fue uno de los Doce, pues no conoció a Jesús de Nazaret en su vida pública ni le siguió a partir del bautismo en el Jordán y hasta su ascensión a los cielos. Por eso Pablo deberá ceñirse en su predicación al testimonio de los apóstoles o Tradición Apostólica. De ahí la importancia de este primer contacto con Pedro en Jerusalén.
Con la conversión de Pablo, el principal perseguidor, la iglesia entra en un período de paz que se extiende hasta el reinado de Herodes Agripa I (hacia el año 40). Y la fe cristiana se implanta en las tres regiones de la Palestina occidental. Es notable que Lucas designe a todas las comunidades cristianas palestinenses con el nombre de "iglesia". Esta palabra mantiene en adelante un doble significado en el N.T: la asamblea o reunión de los cristianos en un lugar (iglesia local) y la totalidad de los creyentes (iglesia católica o universal); pero nunca se llamará "iglesia" al lugar de reunión.
La primera lectura presenta las dificultades con que se encontró san Pablo cuando intentó incorporarse a la comunidad cristiana de Jerusalén. La razón principal de estas dificultades se hallaba en que los miembros "antiguos" de la comunidad dudaban de la sinceridad de la conversión del miembro "nuevo". Ya desde el principio, aquella primera comunidad cristiana sintió la tendencia a encerrarse en sí misma y a poner obstáculos a la incorporación de los que no tenían exactamente la misma mentalidad.
Este peligro es constante en la Iglesia. Y en el fondo proviene de una falsa idea de lo que realmente es la comunidad cristiana.
A menudo confundimos la Iglesia con una sociedad meramente humana, en la que sólo cuentan los factores unitivos de las afinidades humanas. Por eso excluimos espontáneamente de nuestras comunidades a todos aquellos que no piensan como nosotros, que no viven como nosotros, que no "son de los nuestros". En cambio, deberíamos tener en cuenta que "en la definición de la Iglesia no entran, o apenas, los factores económicos, culturales, éticos, políticos o sociales, que entran en la definición de toda sociedad completa. Para pertenecer a la Iglesia no es preciso pertenecer a un pueblo, a una civilización, a una clase social, o a un partido político determinado. Su agrupación no se apoya en ninguna de estas bases (aunque éstas no dejen de influenciarla ampliamente), sino en una palabra común, una fe común en Jesús, y una esperanza común en el cumplimiento del reino que él anunció".Como dicen las palabras finales de la lectura, la única realidad capaz de vivificar, multiplicar y construir la Iglesia, es el Espíritu Santo, que supera todas las diferencias y rivalidades humanas.
Salmo 97:
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
Tocad la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.
El Evangelio de hoy
Jn 21, 20-25.
En aquel tiempo, Pedro miró alrededor y vio que, detrás de ellos, venía el otro discípulo al que Jesús tanto quería, mismo que en la última cena estuvo recostado sobre el pecho de Jesús y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: - Señor, y éste ¿qué? Jesús le contestó: — Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú sígueme.
Estas palabras frieron interpretadas por los hermanos en el sentido de que este discípulo no iba a morir. Sin embargo, Jesús no había dicho a Pedro que aquel discípulo no moriría, sino: «Si yo quiero que él permanezca hasta que yo vuelva, ¿a ti qué?».
Este discípulo es el mismo que da testimonio de todas estas cosas y las ha escrito. Y nosotros sabemos que dice la verdad. Jesús hizo muchas otras cosas. Si se quisieran recordar una por una, pienso que ni en el mundo entero cabrían los libros que podrían escribirse.
Palabra del Señor.
Reflexión
<Éste es el discípulo que ha escrito todo esto, y su testimonio es verdadero. >
Dice el Señor: Así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.
El anuncio del reino irá acompañado de signos y curación de enfermos. Es el mismo anuncio puesto en boca de Jesús y Juan Bautista por el autor de este evangelio. Es el anuncio de la llegada del reino; primero por el Bautista, luego por el mismo Jesús y, finalmente, por los discípulos. Estos han sido enviados por el Maestro sin equipaje; sin nada que obstaculice su labor evangelizadora. Se pone en evidencia un estilo de vida. Así lo hacían otros predicadores de entonces (p. ej. los cínicos). El hecho que se diga que los trabajadores merecen su salario, significa un estilo de vida de la comunidad mateana: los misioneros deberían ser provistos de todo lo necesario para cumplir su tarea. Así lo vivieron los primeros apóstoles, con entusiasmo y radicalidad. Es el caso de Bernabé apóstol, cuya fiesta celebramos hoy. Asumir el estilo de vida apostólico implica dejar de lado tantas trabas que impiden que el Evangelio sea anunciado con sencillez y diafanidad. A veces caemos en la tentación de llenarnos de las últimas tecnologías y olvidamos lo esencial: el mensaje. La mejor publicidad deberá ser siempre el testimonio auténtico del portador de la buena noticia. Ahí radica la atracción del mensaje.
El llamado que nos hace Jesús a seguirlo no supone una similitud en la vocación; cierto que todos somos llamados a seguir al maestro, pero el destino de cada uno es diferente, además el llamado a seguir a Jesús se realiza de un modo particular en cada cristiano. Somos llamados a seguir a Jesús y somos invitados a compartir con él su estilo de vida, su manera de relacionarnos con Dios y con el mundo, pero el modo de responder a esas exigencias es diferente en cada individuo. Pedro ha sido invitado por Jesús al seguimiento, del mismo modo que lo fue aquel día que le pidió dejar las redes para seguirlo; pero ahora el llamado ya no se refiere a la evangelización del mundo, sino a la experiencia de la vida íntima con Jesús. Toda vocación tiene dos vertientes, el llamado a la misión y el llamado a la intimidad con Jesús. Pero el llamado a la misión no tiene sentido sin el llamado a la intimidad y amistad con Jesús, porque lo que se va a anunciar no es una filosofía ni una doctrina, se va anunciar la experiencia de amor y amistad con el Hijo de Dios. Sólo quien ha experimentado el amor de Jesús es capaz de anunciarlo a los demás. Esa misión es la que el Espíritu Santo actualiza día con día desde su venida en Pentecostés.
Al final de la lectura nos enteramos de que este discípulo amado es el que ha dado testimonio de todo lo que contiene el evangelio y de que él mismo lo ha escrito. Y los primeros cristianos que leyeron el 4º evangelio estaban convencidos de la veracidad de su testimonio. Tal vez ellos mismos añadieron la nota según la cual los hechos y las palabras de Jesús fueron muchos más de los narrados; que de escribirse todos no habría lugar suficiente en el mundo para los libros que los contuvieran.
Por el bautismo que nos asocia íntimamente a la muerte y resurrección de Jesús, también fuimos hechos apóstoles, fuimos enviados a predicar el Evangelio como Pedro, como Juan, Como Pablo. No podemos vivir nuestra fe de cristianos en el anonimato y en la pasividad. Debemos, al contrario, abrirnos a testimoniar nuestra fe, a difundir el evangelio, la alegre noticia del amor de Dios por todos nosotros.
Dios mío, te suplico me regales la gracia de ser tu testigo; la gracia de no tener miedo de anunciar tu palabra en mi familia, en mi trabajo y con mis amigos; la gracia de ser valiente para no dejarme llevar por la comodidad y las tentaciones.Mi buen Jesús, aquí estoy. Quiero responder con generosidad al llamado que Tú me has hecho. Quiero seguirte al igual que Pedro y los demás discípulos. Quiero ser la luz de la gente que vive en oscuridad. Quiero ser la esperanza de los que han caído en el desaliento. Quiero ser testigo de tu amor en el mundo, que ha olvidado tu amor. Señor Jesús, yo confieso que he pecado contra Ti, por favor perdóname por haber andado en mi propio egoísmo y limpiadme. Yo te recibo como mi Señor y Salvador. Yo creo que Tú eres el Hijo de Dios, quién vino a la tierra, murió en la cruz, derramo su Sangre por mis pecados, y se levanto de los muertos. Dame tu fuerza, Señor. Ayúdame a vivir mi vida de forma que te agrade. Gracias por abrir el camino para yo poder orar a Dios el Padre, en tu nombre. Yo me regocijo en tu promesa, de que viviré contigo toda la eternidad en el cielo.Señor bendice nuestra casita y a todos sus integrantes de este bello grupo familiar y de amistad, que en sus corazones brille la paz, también en cada uno de sus familias, que todos gocen de buena salud, al igual que sus familiares. Que no exista los celos y la envidia, porque todo esta hecho con dedicación amor y trabajo. Te lo pedimos Padre Amado en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Alabado seas Señor, Bendito sea tu Santo Nombre Señor.
Amén y Amen
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
* Te agradecería compartieras con tus amistades este mensaje.
Con el mayor de mis respetos. Saludos,Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD
FELIZ DIA.
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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