José Salguero Duarte con Paquito Franco resucitó
José Salguero Duarte
Francisco Franco, expiró a las tres y veinte minutos de la madrugada del 20 de noviembre de 1975, a los ochenta y dos años de edad; después de cuarentas penosos años imponiendo su dictadura. Y, desde entonces, permanece bajo losa de mármol de Macael de un gran grosor, en el Valle de los Caídos del término municipal de San Lorenzo de El Escorial.
Por tal motivo este año se cumplirá el XXXVI aniversario de tan llorada pérdida para sus nostálgicos españoles. Pero, desconozco, si hasta la llegada del 20N, seguirán permaneciendo los restos mortales del dictador en el Valle de los Caídos, ya que recientemente surgió una nueva polémica política a nivel nacional, principalmente entre los dos partidos mayoritarios PSOE y PP, acerca de la conveniencia o no de trasladar lo que queda de Franco en el Valle a otro lugar.
Esto anterior me ha hecho recordar, estimado lector, que en el invierno de hace aproximadamente una década, cuando era presidente del Gobierno estatal español José María Aznar. Fui a un viaje cultural por la capital de los reinos españoles y alrededores. Y me di una vuelta al atardecer por aquel valle de lágrimas para los nostálgicos franquistas.
Debido a que el horario de cierre estaba cercano, lo primero que visité urgentemente, fue el mausoleo del glorioso caudillo del yugo y de las flechas contra la flor de la España de roja sangre.
La tumba, me la encontré limpia y reluciente como la patena, con cuatro candelabros con velas negras encendidas por la bruja Lola. Con tacto y precaución anduve sobre ella, para comprobar si existían vibraciones, debido al poder que el Dios de los cristianos dice que concede a algunos videntes y a otras especies de echadores de cartas.
He de confesar, que no soy un iluminado de la providencia divina, porque no me llegaron esos poderes, ni sentí ninguna alteración paranormal. Los bedeles al tener ciertos poderes allí, sin embargo, me llamaron la atención, porque sin saber cómo manché la losa de barro al pisarla con mis botas de montaña.
Posteriormente comprobé, la existencia de una grieta a lo largo de la lápida. Avisándole al equipo de mantenimiento del Valle urgentemente, para que la encolaran y así evitar que el fantasma de Franco se fugara; lo mismo que hizo ‘El Lute' en los trenes y cárceles españolas, cuando era custodiado por la Benemérita.
El régimen del dictador, por entonces, tenía que inventarse algo para entretener al pueblo, anunciándose los casos en el Nodo y en el Alcázar… Tampoco podía faltar la película de la España heroica negra de turno. Aunque hoy en el corrupto sistema democrático que impera, no se quedan presuntamente cortos los partidos políticos en este asunto y en otros muchos.
El ‘Dioni', que al parecer se encontraba realizando las funciones de vigilante jurado en el Valle de los Caídos, me indicó que llegó el momento del cerrojazo para los visitantes. Y en la oscuridad de una noche de lluvia, truenos y relámpagos, con un vendaval impresionante, me encaminé marcialmente hacia la salida, entre los cipreses y pasillos que componen el jardín donde reposan los restos mortales del absolutista.
De repente, percibí el relinchar de un caballo. Me temblaron las piernas y me quería morir del susto que me pegó, porque resucitó ante mí el mismísimo Francisco Franco, montando a ‘Imperioso’ de Jesús Gil y Gil, portando además el sable desenfundado.
Con voz militar similar a la que posee el ex ministro del ejercito español Federico Trillo, me preguntó imperativamente lo siguiente: “¿Quién es el que manda en España?". Con una jindama impresionante le contesté: -José María Aznar don Paquito-.
Él me respondió: “Ah muy bien, es mi entrañable, leal y fiel periodista del régimen Manuel Aznar Zubigaray, al que le concedimos el premio Francisco Franco de periodismo. El célebre que escribió el libro Historia Militar de la Guerra en España".
-Nooo, no es él don Paco-, le dije, -es el nieto del periodista. El que cada año comienza el curso político en Quintanilla de Abajo; hoy llamada Quintanilla de Onésimo, en honor de Onésimo Redondo de las J.O.N.S. El que ha involucrado a todos los españoles en la guerra contra los iraquíes-.
“Muy bien, rapaz. Y en Galicia, ¿quién manda, el nieto?" Nooo, el de siempre don Frasquito. El que se bañó en Palomares donde cayó la bomba; pero el reportaje en bañador se lo hicieron al parecer en las playas de Cabo de Gata. El que le estalló en las manos el caso del Prestige en las costas gallegas. El que se creía que las calles eran suyas siendo ministro suyo de la Gobernación- le dije.
Inmediatamente después, sin preguntarme más, una sonrisa afloró en el dictador enfundando la espada. Espoleó al equino y relinchando alzó las blancas alas, desapareciendo escopeteado del lugar.
Yo, sin embargo, me quité el pijama y los gayumbos, dejándolos entre los matorrales para que sirvieran de abono. Pero, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, porque “los sueños, sueños son". Y al despertarme de este relato corto soñado imaginariamente, pienso, que por donde trota y galopa el caballo del fascismo y de la opresión, jamás crecerá la libertad.
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Nota:
En el panel de POESÍA he insertado mi poemario: Los pétalos de mi rosa
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