Todo o nada
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
Nuestro Dios es celoso, nos ama locamente. Tanto que decidió hacerse hombre para habitar entre nosotros. Nuestro Dios es radical, él no es un Dios a medias. No es un diosecito el cual puedas poner de cabeza o distante al que visites en domingos. Él es en nosotros totalmente o no es nada.
“Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso.” Éxodo 20:5 (NVI)
Algo que caracteriza a los cristianos es su radicalidad. Aquél que antes se emborrachaba, no probará más ni siquiera un traguito. Aquél que antes engañaba, tendrá la justicia cómo estandarte en todos sus asuntos. Aquél cuya boca era un manantial de maldiciones, en Dios usará su boca solo para bendecir. Aquellos que hacían mal uso de su cuerpo, le usarán solo para honrar a Dios santificándole.
Más sin embargo, en ocasiones olvidamos que el pacto que hicimos con Dios fue todo o nada. Refresquemos nuestra memoria:
“Dios, perdona mis pecados, líbrame de la muerte, limpia mi corazón y sé el Señor de mi vida. En el nombre de Cristo Jesús, amen.”
Cuando hicimos la oración de fe aceptamos a Cristo no solo cómo Salvador, sino también cómo el Señor de nuestra vida. De toda nuestra vida, no solamente de algunas aéreas. Así cómo él nos dio salvación completa, la parte que nos toca es entregarle toda nuestra vida. Somos esclavos por amor, es por ello que día a día debemos “horadar nuestro corazón” y entregar nuestra carne. En el antiguo testamento cuando un esclavo amaba a su señor porque le había bendecido con seguridad, provisión y familia, él perforaba su oreja en señal de que no quería su libertad sino servir para siempre a su señor por amor a él y su familia.
“Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre”. Éxodo 21:5-6
¿Y es que acaso no es suficiente lo que nuestro Dios ha hecho por nosotros para entregarle voluntariamente nuestra vida? Éramos esclavos del pecado, algunos estábamos heridos de muerte, otros de nosotros habíamos perdido toda esperanza de algún día tener paz y muchos otros siguen perdidos en las tinieblas.
Todo lo que hoy tenemos ha sido por nuestro Dios. Esa hermosa familia, ese exitoso trabajo, ese ministerio que nos da vida, esa salud tan valiosa. Pero sobre todo, hemos recibido a el Hijo de Dios, cómo suficiente argumento para entregarle TODO a muestro Dios.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
Ahora dime, ¿Le estás dando todo a tu Señor?
Richy Esparza
Hermes Sarmiento G
De Colombia
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