La deforestación en la selva africana reduce las precipitaciones de las zonas aledañas.
Nada es más exótico que la selva tropical. Y nada tiene la diversidad biológica de ese tipo de ecosistemas. En la selva multitud de especies compiten entre sí llegando a todo tipo de “acuerdos” entre ellas. Las flores más bonitas o las más hediondas están en las selvas. Las comunidades de insectos más sofisticadas o las aves más elegantes también pueblan esos parajes. Los biólogos podrían pasar años estudiando esos lugares sin llegar terminar todos los estudios posibles sobre ellos. Las selvas representan una fuente de riqueza económica, ecológica y de conocimientos inigualable. Son además el lugar en donde viven ciertas comunidades humanas que también tienen derechos sobre la tierra que habitan.
Se estima que en los últimos 20 años se ha perdido el 50% de la superficie forestal tropical del mundo. La avaricia de algunos y la expansión demográfica de otras son las responsables de ese hecho. Se puede discutir sobre el efecto del cambio climático o cuándo éste tendrá consecuencias graves para la humanidad, pero la destrucción del medio ambiente nos pasará factura mucho antes de esas fechas. Esta destrucción se ha dado incluso en países como Brasil en el que recientemente han “disfrutado” de un gobierno “progresista”. No parece que a ningún político de ningún signo político le importe este problema.
Las selvas no serían posibles sin el agua y su ciclo. En inglés a los bosques tropicales se les denomina “rain forests” o “bosques de lluvia”, nombre que describe su comportamiento. En algunos de ellos llueve todos los días a casi la misma hora de la tarde durante todo el año.
Uno puede ir a una de estas selvas y que la lluvia le sorprenda lejos de un cobijo. La lluvia le empapará, pero no sentirá frío, sólo un peso más elevado de la ropa. La lluvia puede ser intensa, incluso torrencial, pero al cabo de un tiempo se detendrá. Si estamos en la cima de un monte, o sobre uno de esos árboles tan altos que la pueblan, podremos ver cómo se forman nubes a ras de suelo porque el agua que acaba de caer ya se está evaporando de nuevo. El agua cae y se evapora constantemente formando nubes que más tarde producirán lluvia en un ciclo ininterrumpido.
La vida cambió nuestro planeta, controla su composición, su clima y la capacidad para sustentar la propia vida. Pensar que podemos eliminar grandes superficie de selva y que eso no tenga consecuencias es de una ignorancia tremenda.
Un estudio reciente ha demostrado, una vez más, las consecuencias que tiene la deforestación sobre el clima. Según este estudio, publicado en Geophysical Research Letters, la deforestación de las selvas de África occidental reduce las lluvias sobre el resto de los bosques.
Este estudio de la Universidad de Leeds muestra que el cambio en el uso del suelo reduce la lluvia en las zonas vecinas en un 50%. Esto se debería principalmente a cambios en la temperatura superficial, que afectaría a la formación de las nubes con capacidad de producir lluvia. Según los autores del estudio las implicaciones son importantes para la futura toma de decisiones acerca de la administración de otras regiones del mundo, como la selva del Amazonas.
Según Luis Garcia-Carreras ya se sabía por datos de satélite que los cambios en el uso del suelo pueden tener un gran impacto sobre los patrones de lluvia locales, pero que con este estudio han sido capaces de mostrar por qué pasa esto. “Nuestro estudio sugiere que no solamente es el número de árboles eliminados lo que amenaza la estabilidad de las selvas del mundo, el patrón de deforestación es también importante”, añade.
Los bosques de África Occidental y la cuenca del Congo son la segunda región selvática más grande del mundo, justo después de la Amazonía. No solamente son importantes como hábitats para un ecosistema vasto y diverso, sino que además son un importante sumidero de dióxido de carbono, pues fija gran cantidad de este gas paliando así los efectos del cambio climático.
Durante años de deforestación el dosel de árboles selváticos se ha ido reduciendo en favor de cultivos agrícolas, plantaciones y otros usos. Mientras que la eliminación directa de los árboles tiene un impacto inmediato sobre el bosque, este estudio sugiere que además el efecto secundario es la reducción de lluvias.
Los bosques africanos ya tienen la tasa de lluvias más baja de cualquier otro ecosistema selvático del mundo, lo que los haría particularmente sensibles a cambios en los regímenes locales de lluvias. Por tanto, si la lluvia se reduce aún más como resultado de la deforestación se podría poner en peligro la supervivencia de los bosques que quedan debido al aumento de la sensibilidad a la sequía de los árboles.
Los investigadores usaron un modelo computacional en el que escenificaron diversos usos del suelo bajo diversas condiciones. Encontraron que mientras que la cantidad total de precipitaciones no se veía afectada, las lluvias eran de cuatro a seis veces mayores en las áreas de cultivo que cuando no había deforestación, mientras que la lluvia sobre el resto del bosque era la mitad o menor.
La diferencia en las precipitaciones se debe al cambio de temperatura al pasar del terreno boscoso a campo de cultivo, esto produce vientos convergente sobre estas áreas de cultivo que finalmente forman nubes sobre ellos.
Doug Parker dice que aunque su estudio se centró sobre esa región africana, es razonable sugerir que este mismo mecanismo puede ser común en otras regiones tropicales del mundo, como en la Amazonía.
“Esto tiene implicaciones para los planificadores en términos de cómo la deforestación es administrada. Si el bosque tiene que ser eliminado para crear campos de cultivos, necesitamos pensar acerca de cómo es la forma y distribución de esa deforestación para que el daño en las zonas boscosas adyacentes y parques nacionales sea el menor posible”, añade. Nota: Se inserta este estudio, con el sólo y único fin de crecer en conocimiento, de que no se puede seguir a este ritmo desforestando las selvas, porque ellas son únicas e imprescindibles para consumir, con la fotosíntesis, inmensas cantidades de CO2, para evitar o aminorar el cambio climático que estamos creando y que nos va a pasar una terrible factura, a nuestro planeta Tierra, que dará lugar a la ruina de la Humanidad y de todo ser viviente. Casimiro.
Se estima que en los últimos 20 años se ha perdido el 50% de la superficie forestal tropical del mundo. La avaricia de algunos y la expansión demográfica de otras son las responsables de ese hecho. Se puede discutir sobre el efecto del cambio climático o cuándo éste tendrá consecuencias graves para la humanidad, pero la destrucción del medio ambiente nos pasará factura mucho antes de esas fechas. Esta destrucción se ha dado incluso en países como Brasil en el que recientemente han “disfrutado” de un gobierno “progresista”. No parece que a ningún político de ningún signo político le importe este problema.
Las selvas no serían posibles sin el agua y su ciclo. En inglés a los bosques tropicales se les denomina “rain forests” o “bosques de lluvia”, nombre que describe su comportamiento. En algunos de ellos llueve todos los días a casi la misma hora de la tarde durante todo el año.
Uno puede ir a una de estas selvas y que la lluvia le sorprenda lejos de un cobijo. La lluvia le empapará, pero no sentirá frío, sólo un peso más elevado de la ropa. La lluvia puede ser intensa, incluso torrencial, pero al cabo de un tiempo se detendrá. Si estamos en la cima de un monte, o sobre uno de esos árboles tan altos que la pueblan, podremos ver cómo se forman nubes a ras de suelo porque el agua que acaba de caer ya se está evaporando de nuevo. El agua cae y se evapora constantemente formando nubes que más tarde producirán lluvia en un ciclo ininterrumpido.
La vida cambió nuestro planeta, controla su composición, su clima y la capacidad para sustentar la propia vida. Pensar que podemos eliminar grandes superficie de selva y que eso no tenga consecuencias es de una ignorancia tremenda.
Un estudio reciente ha demostrado, una vez más, las consecuencias que tiene la deforestación sobre el clima. Según este estudio, publicado en Geophysical Research Letters, la deforestación de las selvas de África occidental reduce las lluvias sobre el resto de los bosques.
Este estudio de la Universidad de Leeds muestra que el cambio en el uso del suelo reduce la lluvia en las zonas vecinas en un 50%. Esto se debería principalmente a cambios en la temperatura superficial, que afectaría a la formación de las nubes con capacidad de producir lluvia. Según los autores del estudio las implicaciones son importantes para la futura toma de decisiones acerca de la administración de otras regiones del mundo, como la selva del Amazonas.
Según Luis Garcia-Carreras ya se sabía por datos de satélite que los cambios en el uso del suelo pueden tener un gran impacto sobre los patrones de lluvia locales, pero que con este estudio han sido capaces de mostrar por qué pasa esto. “Nuestro estudio sugiere que no solamente es el número de árboles eliminados lo que amenaza la estabilidad de las selvas del mundo, el patrón de deforestación es también importante”, añade.
Los bosques de África Occidental y la cuenca del Congo son la segunda región selvática más grande del mundo, justo después de la Amazonía. No solamente son importantes como hábitats para un ecosistema vasto y diverso, sino que además son un importante sumidero de dióxido de carbono, pues fija gran cantidad de este gas paliando así los efectos del cambio climático.
Durante años de deforestación el dosel de árboles selváticos se ha ido reduciendo en favor de cultivos agrícolas, plantaciones y otros usos. Mientras que la eliminación directa de los árboles tiene un impacto inmediato sobre el bosque, este estudio sugiere que además el efecto secundario es la reducción de lluvias.
Los bosques africanos ya tienen la tasa de lluvias más baja de cualquier otro ecosistema selvático del mundo, lo que los haría particularmente sensibles a cambios en los regímenes locales de lluvias. Por tanto, si la lluvia se reduce aún más como resultado de la deforestación se podría poner en peligro la supervivencia de los bosques que quedan debido al aumento de la sensibilidad a la sequía de los árboles.
Los investigadores usaron un modelo computacional en el que escenificaron diversos usos del suelo bajo diversas condiciones. Encontraron que mientras que la cantidad total de precipitaciones no se veía afectada, las lluvias eran de cuatro a seis veces mayores en las áreas de cultivo que cuando no había deforestación, mientras que la lluvia sobre el resto del bosque era la mitad o menor.
La diferencia en las precipitaciones se debe al cambio de temperatura al pasar del terreno boscoso a campo de cultivo, esto produce vientos convergente sobre estas áreas de cultivo que finalmente forman nubes sobre ellos.
Doug Parker dice que aunque su estudio se centró sobre esa región africana, es razonable sugerir que este mismo mecanismo puede ser común en otras regiones tropicales del mundo, como en la Amazonía.
“Esto tiene implicaciones para los planificadores en términos de cómo la deforestación es administrada. Si el bosque tiene que ser eliminado para crear campos de cultivos, necesitamos pensar acerca de cómo es la forma y distribución de esa deforestación para que el daño en las zonas boscosas adyacentes y parques nacionales sea el menor posible”, añade. Nota: Se inserta este estudio, con el sólo y único fin de crecer en conocimiento, de que no se puede seguir a este ritmo desforestando las selvas, porque ellas son únicas e imprescindibles para consumir, con la fotosíntesis, inmensas cantidades de CO2, para evitar o aminorar el cambio climático que estamos creando y que nos va a pasar una terrible factura, a nuestro planeta Tierra, que dará lugar a la ruina de la Humanidad y de todo ser viviente. Casimiro.
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