El piano de Genoveva...
Piano llorón de Genoveva, doliente piano que en tus teclas resumes de la vida el arcano; piano llorón, tus teclas son blancas y son negras, como mis días negros, como mis blancas horas; piano de Genoveva que en la alta noche lloras, que hace muchos inviernos crueles que no te alegras: tu música es historia de poéticos males, habla de encantamientos y de princesas reales, de los pequeños novios que por robar los nidos una tarde nublada se quedaron perdidos en el bosque; y nos cuenta de la niña agraciada que recibió regalos de sus once madrinas, que no invitó a la otra a sus bodas divinas y que sufrió por ello los enojos del hada.
Me pareces, ¡oh piano!, por tu voz lastimera, una caja de lágrimas, y tu oscura madera me evoca la visita del primer ataúd que recibí en mi casa en plena juventud.
Piano de Genoveva, te amo por indiscreto; de tu alma a todo el mundo revelas el secreto; cuentas, uno por uno, todos sus desengaños.
Piano llorón, la hermosa más hermosa del valle, se nos ha vuelto triste porque tiene treinta años y no hay por todo el pueblo quien ronde por su calle.
Genoveva, regálame tu amor crepuscular: esos dulces treinta años yo los puedo adorar. Ruégale tú que al menos, pobre piano llorón, con sus plantas minúsculas me pise el corazón.
Ramon Lopez Velarde
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