Luis Marquijano In memóriam
José Salguero DuarteAlgeciras, 5 de febrero de 2012
El pasado lunes 27 de enero, se me rompió el alma, cuando nada más ver la luz, leí a las claras del alba en diferentes medios de comunicación digitales de la comarca, la luctuosa noticia del fallecimiento del bueno de Luis Marquijano. Calando dicha triste noticia en lo más profundo de tantísimas personas que le conocíamos, apreciábamos y admirábamos. Ya que era un hombre con una sencillez y grandeza inmensa.
Y mucho más que un todo sobre él, se presentó ante mí en esa mañana de invierno. Habiendo entrado Luis desde su humanidad, generosidad, bondad y bien en la gloria de los altares, donde sólo tienen cabida los justos, dignos y honestos.
La amistad y el respeto que le tenía y me tenía Luis Marquijano, me la demostraba cada vez que coincidíamos en un acto cultural o en el Casino de Algeciras, con esa paz que trasmitía en todo aquello que me decía. Siendo tanto mi admiración hacia él, que me era totalmente imposible tutearlo a pesar de que me insistía constantemente que no le hablara de usted.
Soy, estimado lector, un gran afortunado, porque tengo un ramillete de buenos amigos entre los que se encontraba y encuentra Luis Marquijano. Los que acuden a mí sin ser llamados en momentos puntuales, siendo mis verdaderos ángeles de la guarda, en los que confío plenamente.
En los simbólicos Premios Miel y Vinagre que concedo anualmente, en el año 2009 en la segunda edición, le fue concedido el Premio Miel, por la excelente labor humanitaria realizada hacia los toxicómanos durante veinticinco años y hacia los más necesitados en el Club Los Leones de Algeciras durante doce años.
Él fue grano que hace granero y semilla necesaria en este mundo tan inhumano, hipócrita y falso carente de dignidad, moral y ética. Y su ejemplo, sacrificio, abnegación y lucha callada no ha sido en vano, porque son muchos los que lloramos su marcha silenciosa de esta vida por la puerta grande. Porque si hay personas buenas, él lo fue como el que más.
Habiendo sido una verdadera pena, no haberlo podido sacar a hombros por sus grandes faenas realizadas en los ruedos de la tierra, ya que me encontraba ausente de Algeciras cuando se le apagó la voz. Pero desde esta tribuna de opinión, me descubro respetuosamente de nuevo ante él, por lo mucho que hizo por la humanidad, siendo todo un ejemplo de honestidad, honradez y esencia. Deseándole paz eterna. Y por él y para él mi poema:
Escribiré en la tierra de su tumba,
con el tallo de una rosa,
su nombre con mi sangre,
y mis lágrimas derrumbándose.
¡Cuántos latidos noto!
¡Cuántas esperanzas truncadas!
¡Cuántos recuerdos abiertos!
Bendita sea su casta, nobleza y raza,
buen amigo Luis Marquijano Gallardo.