Encontrándose dos libros en una
biblioteca que se iba ha abrir
próximamente, decía el uno al otro:
No se como han consentido
tu presencia en este lugar,
puesto que a diferencia mía eres muy feo.
Tu encuadernación no está adornada
con oro como la mía, tampoco está hecha
de cuero y además no tienes ningún dibujo
bello presentándote como portada.
Al oír estas palabras quedó
el segundo libro muy apenado.
Se abrió por fin la biblioteca y el libro
feo vió como era el predilecto entre el resto de ellos.
Dijo entonces al libro presumido:
Bien es cierto que eres más bonito
que yo, sin embargo, yo soy
más leído pues mis páginas
contienen más esencia que las tuyas.
No todo lo que reluce por fuera,
reluce también por dentro.