Recordar, compartir nos acerca; risas y lágrimas son caminos de vinculación. Todos los recuerdos son marcas idelebles de cada uno de los Seres con quiénes hemos compartido tramos de nuestro Camino. Hay pedazos de Todos en Todo. Ambientes bellos y armoniosos que nos han nutrido y recompensado; alegrías y penas que nos han permitido expresarnos dignos en el Encuentro. Silencios. Miradas. Estos pequeños - grandes momentos que no son del tiempo, nos dan perspectivas y nos ayudan en la valoración profunda de la Unidad Humana mas allá de las circunstancias y de las creencias personales. El tiempo se diluye en la memoria volviéndose activo transmutador en la remembranza (re-unión) en la esencia de lo compartido.
Las formas toman consistencia y hasta los aromas y los sentidos recomponen lo significativo: El Encuentro, la calidad vincular. Hay relaciones sagradas, relaciones que nos constituyen y ennaltecen. Relaciones más allá del espacio y mucho más alla de las formas y el tiempo. Relaciones con seres y lugares que nos habitan y nos construyen, relaciones del alma pura. Vínculos magníficos y perennes, vínculos que trasladamos a los que nos siguen, por actuales, por presentes, por eternos caminos de aprendizaje. Vínculos del alma pura. Compartir es perdonar, es sanar liberando el caudal de lo verdadero.
Círculos de Amor que nos permiten abrirnos a la incomprensión, liberando errores y descuerdos que dejan de tener sentido solo cuando somos capaces de recordar aquellos vínulos sanantes, aceptantes, sin condiciones de los que alguna vez fuimos capaces, vibran siempre en el éter circundante. Confrontación ó conexión... En todo siempre hay algo mas, algo mas simple y vital que lo que nuestros ojos ven. Todos tenemos vínculos que nos constituyen grabados en nuestras almas. Todos tenemos Amor y Perdón en nuestras alforjas, bagajes compartidos en prósperas relaciones vinculantes. Más allá de la historia, más allá del porvenir;
Hoy siempre puedo elegir. Todos tenemos, Todos somos capaces de más.
Alguien que ama no insulta ni maltrata. Lucía Extebarria