Cuando el perro es viejo
El pobre aquel iba todos los días, a la caída de la tarde, después de haber recorrido las calles de la ciudad, a la Iglesia y se echaba en un banco. El pobre era viejo y tenía aspecto noble como todos los pobres. Aspecto noble y misterioso.
Un día después de haber ensayado en el órgano una melodía, el parroco pasó junto a él. El pobre se incorporó y le dijo:
- "Ha tocado usted muy bien. Me gusta esa música. Es de las pocas cosas agradables que oigo al cabo del día, recorriendo las calles".
El cura le advirtió:
- ¿ Por qué vienes a tumbarte de esa forma a la iglesia? Este no es un lugar para dormir.
- "Míreme a la cara, Sr. Cura, - le contestó el mendigo-. Como ve ya soy viejo. Y cuando el perro es viejo viene a tumbarse a los pies de su amo. Es donde mejor se encuentra".
El pobre de aspecto noble y misterioso se levantó:
- "Adios -se despidió-. Mañana volveré, si usted no me echa, Sr. Cura.
Volveré. El amo me espera".
El cura puso el dedo índice sobre la barbilla y comparó su fe con la del mendigo.