LA MÚSICA
Asi como la palabra hablada es la materialización del pensamiento, y el sonido
del lenguaje es la materia con que contamos para producir una comunicación,
la música es la materialización de los estados de ánimo.
Escuchamos música romántica cuando estamos enamorados, buscamos
música alegre para una fiesta, para celebrar un acontecimiento,
buscamos entre todos los sonidos aquellos que se ajustan a nuestros
estados de ánimo y preferimos lo que va con nuestro ideal del yo o
simplemente por identificación con circunstancias particulares.
Por otra parte quien hace música, quien logra comunicarse a través de los
sonidos sea con el estilo que más le plazca, tratará de transmitir a través
de la música, sus pensamientos, sus ideas, sus aspiraciones, sus estados
de ánimo, etc, porque es artífice de un arte que nació con el ser humano.
Es el artista, el músico, el que habla el idioma de la naturaleza en un día
cualquiera, reflejando una tormenta del alma o una canción de paz para
el corazón. Que lo haga bien o no dependerá del dominio de su arte,
de su técnica, pero lo que siempre será importante es el esfuerzo
que realiza para volcar en sonoras melodías mensajes que de modo
lingüistico no tendrían el mismo efecto. Cuando unimos el ritmo de una música
a la fuerza de las palabras producimos un acto mágico por el cual el ser
humano alcanza poner a flor de piel los más variados sentimientos.
La música es el movimiento de las ondas sonoras que de alguna manera
ejercen una influencia en el cuerpo y la psiquis de quien está percibiendo.
Vemos que en diferentes gimnasios se utiliza la música para adecuar los
movimientos corporales a determinados ejercicios.
Tambien aquellas personas que han nacido sordas, pueden sentir la vibracion
de la música y se expresan con movimientos al son de la música. El cuerpo
responde mejor a un estímulo musical que a una orden dada, sea ésta mental,
propia del sujeto, o de un instructor que intenta enseñar posturas,
ejercicios, etc. Todo cambia cuando de fondo se oye una música. Si usted se
encuentra con depresión o a disgusto en diferentes situaciones de la vida,
no desdeñe el poder de la música. Escuche su canción preferida, cante, baile.
No importa si no sabe bailar o no sabe cantar, tampoco nadie pretende que
mañana aparezca en la televisión cantando una ópera. Ese es un placer suyo.
Privado. Un placer que le ayudará a sentirse mejor y tomar contacto con partes
de su cuerpo que de otra manera pasan desapercibidas. Verá que cantando o
bailando, poco a poco los problemas y el pesar cederán, su atención se habrá
derivado como por una pendiente, al piso, y una vez allí, sus pies bailaran
sobre la penas y las angustias.
Baile, cante, escuche música, al volumen que quiera o que sea posible
en su vecindario, pero no quede rumiando problemas que seguramente
tendrán solución al cabo de un tiempo, y si es seguro que ya no
tienen solución,no vale la pena seguir lamentándose por algo que
de todos modos va a quedar en el ayer de cualquier forma.
Mientras el sol siga alumbrando, mientras el viento sople sobre la tierra
y el canto de los pájaros alegren el verde paisaje, habrá música todavia.
Mientras las esperanzas no se pierdan, mientras haya todavia una
posibilidad de ser felíz, busque entre sus discos aquellos que tienen
la melodía más dulce o más alegre y póngase a bailar.
Cuando esté en su casa haciendo las tareas de siempre, sea hombre
o mujer, escuche música. Cuando esté en su trabajo, si puede hacerlo,
escuche música. Cuando esté en silencio y soledad, no se hunda en recuerdos
que tironean de sus sentidos, déjese fluir con una sonora melodía y
verá que todo, de alguna forma cambiará, porque quien hizo una melodía
tuvo el poder de transmitir la alegría a través de ella y cuando uno
la escucha,vuelve a danzar en el aire la alegría de estar vivos con la
esperanza a flor de piel.
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