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LOS PAÑALES DE AYER
Patricia tenía el mal hábito de pasar por alto a los demás cada vez
que estaba muy ocupada. Una tarde su esposo se quejó: Me siento
como los pañales de ayer. Patricia le dijo que estaba muy ocupada y que
no tenía la intención de tratarlo mal, pero cuando se fue a dormir esa
noche, pensó en lo que le dijo su esposo. ¿Lo estaba desatendiendo?
Pensó en sus muy ocupados días, cambiando pañales, comprando las
provisiones, lavando ropa, llevando a los gemelos a las prácticas de
fútbol, las representaciones de teatro de la escuela, las reuniones
de padres y maestros y su trabajo voluntario. Se sintió extenuada
de solo pensarlo. Olvidándose de las preocupaciones de su esposo,
cayó en un sueño profundo.
Entonces un día descubrió por sí misma cómo se sentía él.
Había ido a las oficinas de una organización muy conocida a dejar
una información. Había esperado encontrarse allí con algunos de los
voluntarios y hablar con ellos, pero para sorpresa de Patricia,
todos estaban demasiado ocupados como para hablar con ella.
Convencida de que no fue bien recibida, se marchó desalentada.
En nuestro ocupado mundo, a menudo nos desalentamos los unos a
los otros. Muchos trabajamos en exceso y nos extralimitamos en
capacidad, y descubrimos que es fácil habituarnos a dejar de lado a
las personas, incluyendo a las que más amamos.
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