La oración es un regalo del corazón que puedes dar una y otra vez. Bien sea que ores por un ser querido, un amigo, un vecino o un extraño, al orar por otros das la mayor bendición posible. Al hacerlo, pon tu fe en el amor y la sabiduría de Dios. Entrégale la persona o la situación, y libera toda expectativa de resultados específicos.
Comienza por centrar tus pensamientos en el Espíritu divino. Siente Su amor en ti y ten presente que este amor rodea, eleva y bendice todo. Permite que las siguientes palabras sean la meditación de tu corazón:
El cuidado amoroso y apacible de Dios te envuelve ahora y por siempre. Eres guiado, saludable, próspero, sereno y libre. Afirmo para ti lo mejor y más elevado, sabiendo que sólo el bien viene a ti.
Vivir plenamente incluye aceptar esas experiencias que me sacan de mi zona de comodidad. Puede que esté comenzando algo nuevo en mi vida o solucionando desavenencias en una relación personal. Tal vez esté pasando por cambios en mi trabajo o enfrentando dificultades financieras o de salud.
A pesar de lo que enfrente, no me siento ansioso. En vez de ello, me dirijo a mi interior y me mantengo receptivo —en mente, cuerpo y espíritu— a la sabiduría edificante y siempre presente de Dios. Sé que sin importar mis circunstancias, la seguridad y el amor divinos permanecen conmigo a cada paso del camino. Acojo la guía clara y continua que el Espíritu me ofrece. Sé lo que debo hacer y cuándo hacerlo. Encuentro paz y consuelo en Dios.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios. La aurora nos visitó desde lo alto.—Lucas 1:78
El dar y recibir amor me libera de la negatividad.
Después de ser liberado, Nelson Mandela disfrutó de su libertad dando gracias por las bendiciones de la vida. Él se convirtió en un canal abierto, recibiendo el amor de los demás y compartiéndolo con todas las personas con quienes entraba en contacto.
Quizás ése es el verdadero significado de la libertad —dar y recibir amor. Adopto ese concepto hoy. Si siento que me tratan injustamente, perdono y me libero del rencor. El amor me libera del resentimiento y me hace receptivo a experiencias más felices y satisfactorias. Mi modo de vida es inclusivo.
Soy libre para vivir en armonía. Al dar amor, recibo amor, y recuerdo las palabras de Pablo: “El amor es el cumplimiento de la ley”.
El amor no hace daño a nadie. De modo que el amor es el cumplimiento de la ley.—Romanos 13:10
Acepto la plenitud como el modelo divino de mi ser. Cuando alineo mis pensamientos con esta Verdad, estimulo la salud en todo átomo y célula de mi cuerpo. Myrtle Fillmore escribió: “Dios es la vida perfecta que fluye por medio de nosotros… Dios es nuestra única realidad; todo lo demás no es más que una sombra”.
Elijo evaluar esos patrones o creencias que no son parte de la voluntad de Dios para mí. Los saco de las sombras y los entrego a la luz de la transformación. Este dejar ir eleva mi conciencia a una nueva expectativa de plenitud. Digo palabras de verdad, amor y gratitud a mi cuerpo. Todo mi ser —cuerpo, mente y espíritu— responde a la vida divina. Soy renovado.
Si todo tu cuerpo está lleno de luz … será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor.—Lucas 11:36