Recuerdo las veces en mi vida en que intuitivamente supe qué dirección seguir, qué pasos tomar, cuándo avanzar y cuándo cesar. Ante las encrucijadas, he confiado en mi guía interior y he marchado por trayectos que me han llevado al crecimiento, el descubrimiento y la excelencia.
Esos recuerdos refuerzan mi confianza mientras recorro nuevos senderos. Dejo ir todo pensamiento agobiante y toda tribulación que cuestiona en qué momento la guía será revelada. Mantengo mi fe. Tengo presente que las respuestas llegarán cuando menos lo espere y de fuentes veraces. Todo lo que he de hacer es ir a mi interior y orar para recibir la ayuda en la que siempre puedo confiar.