Aquí estoy...de la única forma que sé estar... escribiendo una vez más en esta noche, mirando el cielo y pidiendo a Dios cada día; que llene de amor el instante casi sin vida.
Que la rosa marchita vuelva a florecer... que su aroma dulce venga con fuerza nueva, y ese olor a tierra mojada se extienda; relajando el arado y que espinas no tenga.
Aquí estoy... resolviendo mil cosas... recogiendo los vidrios rotos del alma, llamando al cristalero de mí misma; para que instale uno nuevo en calma.
Parece que el mundo se viene encima... la luna y las estrellas están distantes, hay un cantar triste de una tonada; y no se encuentra sentido a nada.
Pero aquí estoy...haré que brille todo... lograré ver las sonrisas de algún modo, porque tus ojos serán luz para mis ojos; y tu sentir, es mi gran tesoro.
Aquí estoy... de la única forma que sé estar... escribiendo una vez más en esta noche, besándote la frente y abrazándote muy fuerte.
Y Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca de mujer. Con curvas y pliegues y suaves hondonadas y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos. Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado el número de mis hormonas. Compuso mi sangre y me inyectó con ella para que irrigara todo mi cuerpo; nacieron así las ideas, los sueños, el instinto. Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos y taladrazos de amor, las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días por las que me levanto orgullosa todas las mañanas y bendigo mi sexo.