INMENSO SILENCIO
Escondido en el inmenso silencio, en su gran melancolía, ahuyentaba mis penas pasajeras. Mi ansiedad rutinaria en mi vivir me deshacía en lagrimas que brotaban del cielo en forma de lluvia.
En dolores de mi alma que no existían. En mares bravíos y vientos huracanados, Silencio virgen, que me arropaba. Silencio de noches oscuras y días sin soles. Sin estrellas, sin universos.
Aun así, pensaba en ti, el ser que no conocía. Pero que existía. El que venia a mis sueños cada noche de soledad. Ser que llenaba mí vació, Sin saber tu nombre. Tu que calentabas mis sabanas, Sin poderte tocar.
Me susurrabas melodías en mis noches de éxtasis solitarias.
La que tomaba de las manos y decías te amo. Tú que no tenías rostro, ni nombre en mi soledad, cuidabas de mí. Hasta que la ventana por la fuerza del aire, abrió pronunciando tú nombre. Reflejándote con la luz de un rayo nocturno, mostrando tu cuerpo para darme paz, amor y felicidad.
Entrando en mi cuerpo, embriagándome de amor, arropándome con tus besos. Hirviendo con tu calor. Entonces, encendimos la mecha de nuestra pasión y al reconocer nuestras almas, que seguirían juntas por toda la eternidad. Y en medio de este inmenso silencio, elevamos nuestras manos y dimos gracias a Dios.
HANNAH Y ARMANDO
