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General: Amor de madre - (Joaquín Dicenta)
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Bella Anima  (Mensaje original) Enviado: 08/05/2011 02:40
Mamma
  
 

Te adoro mi bien, decía, lleno de insensato ardor un hombre
a su amada un día , y la mujer se reía del amante y del amor.
¿Qué prueba te daré bastante, le decía el tierno amante,
para hacerte creer en mí? y agregaba suplicante: ¿ qué quieres?,

Por ti haré cuanto me cuadre; con el nombre de mi padre mi
existencia te daré, ¿o quieres que abone mi fe, con las joyas de
mi madre?

Con desdeñosa sonrisa miraba el hombre la hermosa y su
afán le aguijoneaba. Y con su voz espantosa, pero dulce y
cariñosa le dijo:  Quiero probar tu pasión.

¿Qué quieres?, dijo el hombre.

¡ De tu madre el corazón!

Como si escuchado hubiera el rugido de una fiera un grito
dio el hijo herido y a su vez lanzó un gemido que horrorizó
a la pantera.  La hermosa criminal de la lucha se apercibió
y del poder se armó de su belleza infernal. Soltó sus sedosos
cabellos, tan diabólicos como bellos, brillar hizo en su mirada
luminosos resplandores, y en la boca perfumada de besos embriagadores.

Mas cuando quiso llegar a la hermosa, lleno de pasión, ella
con voz  espantosa, pero dulce y cariñosa, le dijo otra vez:
¿Y el corazón?

En el alma del doncel lucharon el bien y el mal, más, vencido
aquél hízose el hombre un chacal,  y con ese paso veloz que nos
lleva siempre al delito, fuese el hijo aquel tras la voz de su
impuro amor maldito. Dormida la madre estaba en pobre y
triste aposento, todavía brillaba una oración en su aliento,
quizás si esta soñaba la buena y santa mujer con el hijo
que venía; débil luz derramaba una lamparilla, luz que
encendió la ternura de un cariñoso amor maternal de ese
que buscar procura sombra para su puñal.

Acercóse al santo lecho a tientas buscóle el pecho que fuente fue
de su vida.  Se oyó un gemido, un extraño ruido como el que
causa la garra del león enfurecido que carne viva desgarra;
después se escuchaba la respiración que ahogaba a aquel
hijo criminal, y la sangre que goteaba de la punta de un puñal;
guardó el hijo el corazón de esa madre asesinada
y enceguecido de pasión corrió a llevarlo a su amada.

Aguijoneado corrió por la fiebre y el deseo, pero al llegar
tropezó y por el suelo rodó con su espantoso trofeo. Y al dar
en el pavimento ese ensangrentado lío murmuró con tierno
acento:

¿Te has hecho daño, hijo mío?

Y esa voz acongojada, dice al mundo en su dolor, lo que es
una madre amada, aun después de asesinada por el hijo de su amor.

 
 

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