Consejo de los Ángeles: “No prestes atención al hombre que está detrás de la cortina”
El Mago de Oz.
A finales del siglo XIX cobró cuerpo el fenómeno del aceite de serpiente que pregonaban los pícaros y vendían los charlatanes. Así, en EE.UU., el aceite de serpiente se convirtió en un término que se utilizaba para describir cualquier baratija que se anunciaba como una fórmula mágica que lo curaba todo, aunque no servía para nada. Es fácil de imaginar que se vendía bien, con aquellos carismáticos buhoneros que convencían al público de que aquel aceite, extraído de la serpiente que compartía escenario con ellos, podría curar cualquier enfermedad.
En realidad, lo que sucede cuando nos topamos con alguien que tiene carisma, ese don divino, es que se activa nuestra fuerza vital: despierta la esperanza en nuestro interior y la energía curativa comienza a fluir. Se ha dicho que Dios escribe derecho con renglones torcidos y, es posible, que incluso los charlatanes puedan ser las herramientas que Dios utiliza para el cambio.
El “aceite de serpiente” puede curar. Su fórmula secreta no reside en el propio aceite, sino en el ritual que se establece entre dos personas y en la excitación que se genera cuando algo despierta nuestra esperanza.
Es fácil engañar a los seres humanos y, aunque sea en secreto, todos queremos una fórmula mágica que lo cure todo. Los ángeles siempre nos tienden una mano para ayudarnos a sanar, que significa recuperar el equilibrio. Si hemos caído en la trampa de un curandero, quizá lo necesitábamos; necesitábamos estimular e impulsar nuestra fuerza vital.
Si te han engañado, no eches la culpa al charlatán, al hombre que se oculta tras el telón. Observa qué es lo que verdaderamente necesitas y ríete, porque gracias a la trampa algo se ha curado.
Meditación de los Ángeles: Sé que el hombre que se oculta detrás de la cortina tiene tanto poder de curación como el que tienen los ángeles en mi conciencia
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