La autora es Colette Dowling, quien en 1981 revolucionó al mundo con una provocadora idea: las mujeres tienen miedo a la independencia.
En un mundo como el actual, en que los temas de debate son cómo y de qué manera acabar con el techo de cristal, qué medios usar para fortalecer el empoderamiento y desarrollo de las mujeres, couching para mujeres ejecutivas, plantear esta idea suena verdaderamente descabellado. Los hechos, sin embargo, indican otra cosa. Hoy, es cierto, un considerable número de mujeres hemos alcanzado un nivel de desarrollo importante. Esto, sin embargo, no es una realidad para mujeres que viven en la pobreza, o que son víctimas de diversas marginaciones (ser mujer, pobre, indígena y de la tercera edad, por ejemplo) y para muchas otras mujeres que aunque vivan en zonas urbanas de países en crecimiento, siguen sin ser todo lo que podrían.
Dowling plantea que las mujeres tienen miedo a la independencia porque desde pequeñas fue lo que se les enseñó. Contrastando la educación que reciben hombres y mujeres desde la infancia, pone énfasis en un factor central: a las niñas "se les cuida" por que son tan frágiles que necesitan que alguien siempre haga cosas por ellas y se les enseña que su felicidad proviene de factores externos. En otras palabras, no se les educa para ser felices por sí mismas ni a buscar su felicidad en su propio desarrollo. Esto genera, a la larga, personas incapaces de encontrar satisfacción en su propia vida y seres en búsqueda permanente de un hombre que le de razón a su existir y que sea la alegría de sus días.
Encontró, entre sus pacientes, mujeres que tenían todo para ser exitosas profesionalmente y que hicieron su propio desarrollo a un lado con tal de sentirse socialmente aceptadas a través del matrimonio y de la compañía "garantizada" de un hombre. Este hecho, sin embargo, sigue teniendo vigencia en la actualidad, aunque con ciertos matices. Sigue siendo un tema entre las mujeres la "mala suerte"de no poder encontrar hombres con quienes compartir su vida, pero esto deja una pregunta en el aire:
¿Será que no existen hombres con esas características o que las mujeres no hemos cambiado y en el fondo seguimos relacionándonos con ellos desde las viejas creencias y patrones de conducta? ¿Seguimos esperando al príncipe azul que venga a salvarnos de nuestra creciente responsabilidad y nos cumpla -como muestra de un amor infinito- todos nuestros caprichos y deseos?
Existe, en el fondo, un indefinible deseo de ser salvada y una constante actitud de retirada de la mujer ante un desafío. "Calladita te ves más bonita" nos decían las abuelas. Ser "aventada" y "bocona" (decir lo que se piensa cuando se considera necesario expresarlo) sigue siendo considerado en muchos círculos como poco femenino. La sociedad nos ha enseñado a ser bellas y a desvivirnos por permanecer jóvenes, pero no ha ser libres ni a encontrar en nosotras mismas la respuesta a nuestra propia vida.
Por ello, El Complejo de Cenicienta sigue teniendo validez, pues existe todavía un gran porcentaje de mujeres dispuestas a salir adelante y al mismo tiempo, soñadoras y fantasiosas con la idea de ser plenamente felices cuando aparezca el perfecto príncipe azul. A las mujeres se les sigue educando para que miren hacia afuera y no para que se observen a sí mismas.
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