En nuestra vida ordenada, estructurada y llena de ocupaciones, nunca nos atrevemos a hacer algo especial, ni a introducir el menor desorden; de hecho, estas cosas se consideran malas para el funcionamiento de la bien engrasada máquina social. Es cierto que la tranquila superficie del agua comunica calma y serenidad, pero cuando no se agita puede convertirse en un pantano de aguas cenagosas. Cuando las olas se rompen en la playa, interrumpiendo la calma, el mar se convierte en una fuente de energía, unas veces violenta, otras, estimulante, pero siempre necesarias. Si nos fijamos en la Naturaleza, veremos que las olas son tan necesarias como la tranquilidad. Todo necesita renovación de vez en cuando, hay que quitar los escombros, cambiar la energía y limpiar el entorno. Forma parte de la ley natural.
Cuando tenemos el valor de ir contra la apatía general y hacer olas, contribuimos a limpiar y equilibrar nuestro entorno. ¿Hay alguna zona de tu vida en la que temas hacer olas? ¿Crees que deberías hacerlas en tu familia, en el puesto de trabajo, en la vecindad o te parece que deberías luchar por cambiar algo a una escala mayor? No olvides que cuando nos comprometemos a luchar contra la injusticia e intentamos cambiar las cosas, con el fin de mejorar la conciencia humana, los ángeles nos apoyan calurosamente. (Grederick Douglass) |