En la memoria duerme tu imagen por el día,
y al cerrarse la noche mi instinto la despierta,
y un lecho de sonrisas le hace mi fantasía
tras derribar a golpes de deseos la puerta.
Viniste como amiga tendiéndome la mano,
te besé en la mejilla y acaricié tu pelo;
trocamos lejanías en paisaje cercano
bajo la misma luna, aunque en distinto cielo.
Pero manos tendidas y besos en la frente
son la fuente que mana con frescor incesante;
ahora arrastras el agua en ímpetus de torrente
rodando tu lujuria con pasiones de amante.
Me has anegado el alma con tu corriente brava,
y tiemblan en mi carne las rosas de tus dedos,
y el agua arrolladora se ha transformado en lava
incinerando dudas, vacilación y miedos.
Cómplice de secretos y de maquinaciones
con objetivos claros y mente decidida,
aunque hoy sólo se extiende a las imaginaciones
que hubieran enlazado tu vida con mi vida.
Qué enérgica amadora, qué dulce aventurera,
soñadora de mundos posibles e imposibles,
de impulsos indomables, en permanente espera,
de brazos extendidos, tiernos e irresistibles.
Amante transparente, y apasionada amiga,
callada aventurera y cómplice luminosa,
quisiera ser el hombre que algún día consiga
de tu alma y de tu cuerpo la canción y la rosa.
Los Angeles, 5 de Noviembre de 1997
Francisco A.Hidalgo
|