Cuando se deja la mente,
esa misma energía se vuelve compasión amorosa.
Y se convierte en algo completamente diferente.
Ya no es mendigar.
Te conviertes en un emperador.
Empiezas a dar. Ahora tienes algo,
siempre lo has tenido, pero a causa de la mente
no eras consciente de ello.
La mente funcionaba como una oscuridad
envolvente y no eras consciente de tu luz interior.
La mente estaba creando la ilusión de que eras
un mendigo, cuando siempre has sido un emperador.
La mente estaba creando un sueño.
En realidad nunca necesitaste nada.
Todo se te había dado ya.
Todo lo que necesitas y todo lo que puedas
necesitar ya estaba ahi. Dios esta dentro de ti,
pero a causa de tu mente...
Mente significa soñar, desear.
Nunca miras hacia dentro, te diriges apresurado hacia afuera. Te mantienes a ti mismo en un segundo
plano, tus ojos miran hacia el exterior, se han quedado
enfocados ahí.
La mente es eso: tener los ojos enfocados hacia el exterior.
Y uno tiene que aprender cómo retirar el foco de ahí,
a que los ojos se distiendan, a que se vuelvan menos
rígidos, mas fluidos.
Para que puedan mirar hacia dentro. Una vez que has
visto quien eres, el mendigo desaparece; de hecho,
nunca ha existido, se trataba de un sueño, de una idea.
La mente crea todos los sufrimientos.
Cuando la mente se va, los sufrimientos se van, y
de repente, te encuentras lleno de energía. Y la energía
necesita expresión, quiere compartirse, hacerse canción ,
baile, celebración.
Comienzas a compartir: esa es la compasión.
(extracto de: El libro de la sabiduría, Osho)
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