Cuando nos unimos emocionalmente a alguien se crean unos lazos etéricos que nos unirán para siempre energética y emocionalmente con esa persona. Podemos imaginárnoslo como unas cuerdas o cadenas invisibles:
Estos lazos nos procuran estar conectados al 100% con la otra persona y, dependiendo de la sensibilidad de cada uno, podemos sentir las emociones de la otra parte e incluso el dolor físico, son esas relaciones tan estrechas que te permiten averiguar el estado de la otra persona tan sólo pensando y conectándote con ella.
Para comprenderlo mejor podríamos compararlo con otro tipo de conexión muy potente, que sería el cordón umbilical que une una madre a su hijo, el hijo no nato mediante este cordón, pueden sentir en todo momento las emociones de la madre e incluso absorber esa información y tomarla como referencia para cuando nazca.
Tenemos que tener muy presente que somos Seres Individuales que formamos parte del Todo, es importante cortar viejos vínculos que se han anclado en nosotros por experiencias negativas y que nos generan emociones dañinas.
¿Con quién generamos estos lazos emocionales?
Con todas las personas a las que amamos, ya sean nuestros padres, hermanos, pareja, hijos, amigos…
Incluso cuando el cuerpo físico fallece y el alma transciende, si el vínculo es muy fuerte sigue perdurando.
Cuando abrimos nuestro corazón a alguien creamos esos lazos para hacer más estrecha la relación, los lazos emocionales no son negativos siempre y cuando nos sean dañinos o destructivos.
A veces nos vinculamos a una persona fuertemente y llega un momento que el aprendizaje con ese Ser ha terminado, y se aleja o sale de nuestra vida, es importante en ese instante romper ese lazo energético que nos une para liberarnos del apego, comprendiendo que es lo mejor para el Bien Mayor de las dos personas, así evitaremos sentimientos de: rabia, rencor, culpa, odio, etc.
En el momento que rompemos el vínculo estamos haciendo un trabajo de perdón, de alma a alma, para perdonar a la otra persona y perdonarnos a nosotros mismos, y de esa manera liberarnos nosotros y la otra parte también.
Cuando hacemos el trabajo de cortar los lazos emocionales, no significa se vaya a cortar la relación radicalmente con la otra persona, ni que la vayamos a dejar de ver, sino que lo que hacemos es romper los lazos emocionales para que se vuelvan a crear en positivo, lejos de emociones y recuerdos negativos.
A partir de ahí comenzará una nueva relación basada únicamente en la emoción del Amor Incondicional, es tarea de las dos personas mantener esa energía puesta en el nuevo vínculo sano.
¿Cómo nos afectan estos lazos?
Estos viejos apegos son cadenas que nos impiden realizer nuestra propia y verdadera personalidad.
Sobre todo, a nivel de pareja cuando hay una ruptura o fallece uno de los cónyuges, estos lazos nos impiden volver a abrirnos a otras personas, generando pensamientos de comparaciones y sensación de “que no vas a encontrar a otra persona que te haga igual de feliz”, o incluso aversión hacia el amor de pareja porque hemos sufrido mucho en la relación, y el lazo emocional sigue presente, aunque la relación haya terminado.
Cuando el lazo emocional que tenemos con la otra persona es dañino puede influir en nuestra personalidad fomentando las emociones negativas y alejándote de tu bienestar, el motivo es porque interiormente estamos en conflicto, mentalmente entendemos que la relación ha terminado porque lo hemos experimentado físicamente, pero a veces el corazón no está de acuerdo, porque aunque hayamos comprendido que el ciclo de aprendizaje con esa persona ha finalizado, emocionalmente y energéticamente se convierte en una tarea mucho más dificultosa el hecho de aceptarlo, debemos liberarnos de manera consciente para así abrir las puertas a nuevas experiencias con otras almas.
Muchas veces sucede que tras la muerte de un ser querido no somos capaces de superar el dolor por la pérdida, el lazo emocional sigue activo, hay que liberarlo para que ambas partes estén en paz.
En el ámbito familiar es muy importante que los lazos que nos unan sean sanos y basados en el amor y la compresión mutua, a veces sentimos que tenemos que complacer a nuestros padres o hacerles sentir bien, pasa también con los hermanos, esto genera emociones de autocrítica y exigencia que pueden afectarnos negativamente.
Los lazos de este tipo se suele crear en nuestra infancia y /o adolescencia y llevan la carga energética de ese momento, y del nivel de evolución en el que nos encontrábamos en el momento de crear el lazo.
Cuando crecemos este lazo nos aprieta, nos corta las alas, quizás aún seguimos sintiendo que tenemos que demostrar a nuestros padres “lo buenos que somos”, que complacerlos o que necesitamos su aceptación cuando queramos emprender un cambio en nuestra vida.
En ese momento nos encontramos en un bucle ya que seguimos emitiendo energéticamente la misma información que cuando teníamos la edad en la que se formó ese lazo y nuestros padres o hermanos automáticamente nos siguen tratando de la misma manera que cuando éramos niños o adolescentes.
Hay que cortar esos lazos para renovarlos y que todas las conexiones familiares sean sanas y sintonizadas con el Bien Común de cada uno.
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