En una tranquila ciudad de España vivía un reconocido torero llamado 'El Curro'.
Cerca del Curro se mudó un jovial chinito, quien no sabía pronunciar bien la erre.
Una mañana, se encuentran los dos y el chino le dirigió un cordial saludo: -'Buen día señol Culo'
Por supuesto que al Curro no le hacía gracia, pero lo dejó pasar.
Durante la siguiente semana, había el mismo saludo.
El Curro no pudo aguantar más y se compró dos perros pastor alemán y los entrenó para atacar al chino.
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