Ni rencores ni perdón. ¡No me grites. No me llores! ¡lo nuestro ya se acabó!. ¿Rencores? ¿Por qué rencores? ¡No le da a mi señorío guardarle rencor a un río que fue regando mis flores! Tú me diste los mejores cristales de tu corriente, y no sería decente maldecirte por despecho si sé que tienes derecho a dar o a negar la fuente.
¡Debo estarte agradecido por tu generosidad! Tú me diste por bondad lo que yo di por cumplido: Me brindaste tu latido, tu boca nunca besada, tu carne nunca estrenada, y los potros alocados de un amor en llamaradas,me distes el primer beso que el que mas atosiga, y me diste la fatiga de un cariño verdadero.
Me diste en luna y estero tu corazon si celaje, me diste todo el encaje de tu caricia en mi pelo, y me regalastes el cielo en tus ojos sin paisaje.
Por eso, yo, bien nacido, no te odio ni te aborrezco, ¡al contrario!, te agradezco todo cuanto me has querido.
No me importa si te has ido con tu barca hacia otro mar, que yo no te puedo odiar por esta mala partida; porque odiar es en la vida un cierto modo de amar.
No vengas ahora a mi lado para pedirme perdón, el perdón es la razón de volver a lo pasado... ¡y lo pasado acabado! ¿qué pasó?... ¿por qué pasó?
¡Déjame que viva yo sin perdón y sin rencores! Porque por más que me llores... ¡lo nuestro ya se acabó!
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