No he de decirte adiós No he decirte adiós, aunque te vayas. Despídanse las rosas y los ruidos, despídanse la luz y la tiniebla, despídanse la nube y el navío; digan adiós, aunque se van y vuelven. Tú no habrás de volver; eres suspiro disipado en el aire, poco más que un latido. Mas no te diré adiós, porque eres mía, y aunque te vayas quedarás conmigo. Tú, vacía de mí, yo, de ti lleno; tú emprendes el camino sin mirar hacia atrás, no dejas nada, y nada llevas de lo que has vivido. Yo no te digo adiós, mas no te espero, voy a cerrar el círculo. Hubo fragor de cristaleras rotas, a golpe de martillo, que no podrán recomponerse nunca, pero no me despido, porque la piel, el alma y el cerebro, aún celebran contigo.
Francisco Álvarez Hidalgo
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