El
mundo era una bola sumida en el silencio, sumida en el olvido, en el lejano
llanto de las noches vacías.
Las pequeñas cosas
el mundo olvidado
no había labios
nada nada
nada había aún
sobre las rocas
sobre los girasoles muertos
sobre la soledad reinante
sobre el vacío.
El viento
tan solo el viento
ululando suave
sobre los infinitos horizontes
de los pequeños seres
que a bandazos
iban creciendo allí
sobre las inhóspitas praderas
del olvido.
Era una bola
sumida en le silencio
en el lejano llanto de las noches
perdidas.
Quietos
sentados
abocados al tiempo