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Tal vez sueñe que te sueño y sin que tus ojos lo sepan, de puntillas me apoyo sobre el balcón de tu mirada, abriendo tus pupilas, con el reflejo Inclinado de una de mis mejores sonrisas. Hoy me recuesto a tu verita, sobre el alba tímida, que acurrucada se mece con mis manos llenas de mareas pintadas y noches compartidas. Hoy brilla tu nombre sobre la noche azucena y vuelvo a pensar en ti, en tu cuerpo de cristal de fuego que se balancea acompasado sobre mi gozoso lecho, mientras yo te llamo, mi niña, por los rincones donde duermen serenos los sueños, que descansan risueños, entre estas cuatro esquinas.
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