A las ciudades capitolinas Va el pregonero de la desdicha; Y en la tiniebla Del extramuro, tardo se aleja.
En la batalla cayó la torre; Siguieron ruinas, desolaciones; Canes sombríos Buscan los muertos en los caminos.
Suenan los bombos y las trompetas Y las picotas y las cadenas; Y nadie ha visto, por el confín; Nadie recuerda Al andarín.
José María Eguren
José
José María Eguren
María Eguren
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