Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

MALAGUEÑOS SOLITARIOS Y AMIGOS
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
  
 ◄ NUEVO DESAFÍO - 26 ► 
  
 // TUTO MAGICAL FOREST // 
 // TUTO COLD MORNING // 
  
  
  
  
  
 ◄GENERAL► 
  
 ◄RETOS PSP► 
  
 ◄TUBES MISAE► 
  
 ◄EL DESAFIO► 
  
  
  
 ◄REGALOS POR PARTICIPACION► 
  
 ◄ME PRESENTO 
 ◄NUESTRO CHAT 
 ◄NORMAS 
 ◄HERME POR SIEMPRE 
 ◄JULIETA POR SIEMPRE 
  
 ◄WEB DE MISAE 
  
 ◄ADMINISTRACCIÓN► 
  
  
  
 ◄ BUZONES ► 
  
 ◄ROBO DE BANDA 
 ◄REFLEXIONES 
 ◄SONRIE 
 ◄CUMPLEAÑOS 
 ◄POEMAS 
 ◄POEMAS DE NUESTRA AUTORIA 
  
 ◄MI MALAGA 
 ◄NUESTRA MUSICA 
 ◄TUS RECETAS 
 ◄FONDOS MISAE 
 ◄FONDOS 
 ◄GIFTS 
  
 ◄ALBUM AMIGOS_15► 
  
 ◄DISEÑOS MISAE 
  
 ◄OFRES FIRMAS 
 ◄RECOGE FIRMAS 
  
  
  
 ◄AULA PSP 
 ◄TUTOS PSP 
 ◄PRINCIPANTES 
 ◄MEDIOS 
 ◄AVANZADOS 
 ◄AVANZADO SUPERIOR 
 ◄APRENDIENDO CON FILTROS 
 ◄RECURSOS PSP 
 ◄EXPOSICION PSP 
 ◄TUTOS ALUMNOS 
  
 ◄TUTOS MISAE 
 ◄TUTOS SUIZA BELLA 
 ◄TUTOS GUGU 
 ◄TUTOS EMILIETA 
 ◄PERMISOS TUTORAS 
  
  
  
 ◄EXPOSICION TAG A 6 MANOS 
 ◄GALERIA ARTISTAS 
  
 ◄TALLER DE FONDOS 
 ◄TUTOS FONDOS 
 ◄MATERIAL FONDOS 
  
 ◄TUTOS DIVERSOS 
 ◄ENVIA TU TUTO 
 ◄TODO NICK 
  
 ◄NUESTROS BANNERS 
 ◄COMUNIDADES AMIGAS 
  
 
 
  Herramientas
 
۞‏ INCALONE: EL AMIGO DE MI HIJO
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: incalone  (Mensaje original) Enviado: 01/09/2012 03:15

EL AMIGO DE MI HIJO

Era la reunión del domingo por la noche en una iglesia cristiana evangélica.

Después que cantaron, el pastor se dirigió a la congregación y presentó al orador invitado.

Se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.

Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito

y comenzó a contar esta historia:

«Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando

en un velero a lo largo de la costa del Pacífico cuando una tormenta les impidió

volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre,

a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación,

y las aguas del océano arrastraron a los tres.»

Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró fijamente a dos adolescentes que,

por primera vez desde que comenzó la reunión, estaban mostrando interés.

Y siguió narrando:

«El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más

terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga.

Tuvo sólo escasos segundos para decidirse.

El padre sabía que su hijo era seguidor de Cristo,

y también sabía que el amigo de su hijo no lo era.

La agonía de su decisión era mucho mayor que los embates de las olas.

"Miró en dirección a su hijo y le gritó: "¡Te quiero, hijo mío!",

y le tiró la soga al amigo de su hijo.

En el tiempo que le tomó halar al amigo hasta el velero volcado en campana,

su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.

Jamás lograron encontrar su cuerpo."
Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención,

atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

"El padre -continuó el anciano- sabía que su hijo pasaría a la eternidad con Cristo,

y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado

para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo.

¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!"

Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.

Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes

se acercaron al anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:

--Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer

que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que

el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo. -Tienes toda la razón -

le contestó el anciano mientras miraba su Biblia, gastada por el uso.

Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:

-Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios

entregar a su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo

si no fuera porque el amigo de ese hijo era yo.






Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: incalone Enviado: 01/09/2012 03:22

EL AMIGO DE MI HIJO

Era la reunión del domingo por la noche en una iglesia cristiana evangélica.

Después que cantaron, el pastor se dirigió a la congregación y presentó al orador invitado.

Se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.

Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito

y comenzó a contar esta historia:

«Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando

en un velero a lo largo de la costa del Pacífico cuando una tormenta les impidió

volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre,

a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación,

y las aguas del océano arrastraron a los tres.»

Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró fijamente a dos adolescentes que,

por primera vez desde que comenzó la reunión, estaban mostrando interés.

Y siguió narrando:

«El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más

terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga.

Tuvo sólo escasos segundos para decidirse.

El padre sabía que su hijo era seguidor de Cristo,

y también sabía que el amigo de su hijo no lo era.

La agonía de su decisión era mucho mayor que los embates de las olas.

"Miró en dirección a su hijo y le gritó: "¡Te quiero, hijo mío!",

y le tiró la soga al amigo de su hijo.

En el tiempo que le tomó halar al amigo hasta el velero volcado en campana,

su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.

Jamás lograron encontrar su cuerpo."
Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención,

atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

"El padre -continuó el anciano- sabía que su hijo pasaría a la eternidad con Cristo,

y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado

para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo.

¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!"

Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.

Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes

se acercaron al anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:

--Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer

que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que

el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo. -Tienes toda la razón -

le contestó el anciano mientras miraba su Biblia, gastada por el uso.

Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:

-Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios

entregar a su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo

si no fuera porque el amigo de ese hijo era yo.

 

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=cZ9UXnDBN6o

 

                                           

 

 

 

 

 

 





Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: incalone Enviado: 01/09/2012 03:23

EL AMIGO DE MI HIJO

Era la reunión del domingo por la noche en una iglesia cristiana evangélica.

Después que cantaron, el pastor se dirigió a la congregación y presentó al orador invitado.

Se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.

Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito

y comenzó a contar esta historia:

«Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando

en un velero a lo largo de la costa del Pacífico cuando una tormenta les impidió

volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre,

a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación,

y las aguas del océano arrastraron a los tres.»

Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró fijamente a dos adolescentes que,

por primera vez desde que comenzó la reunión, estaban mostrando interés.

Y siguió narrando:

«El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más

terrible de su vida: escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga.

Tuvo sólo escasos segundos para decidirse.

El padre sabía que su hijo era seguidor de Cristo,

y también sabía que el amigo de su hijo no lo era.

La agonía de su decisión era mucho mayor que los embates de las olas.

"Miró en dirección a su hijo y le gritó: "¡Te quiero, hijo mío!",

y le tiró la soga al amigo de su hijo.

En el tiempo que le tomó halar al amigo hasta el velero volcado en campana,

su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche.

Jamás lograron encontrar su cuerpo."
Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención,

atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

"El padre -continuó el anciano- sabía que su hijo pasaría a la eternidad con Cristo,

y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado

para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo.

¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!"

Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio.

Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes

se acercaron al anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:

--Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer

que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que

el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo. -Tienes toda la razón -

le contestó el anciano mientras miraba su Biblia, gastada por el uso.

Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:

-Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios

entregar a su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo

si no fuera porque el amigo de ese hijo era yo.





 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados