Tu mano recoge de mi piel el tiempo, incansable borra todo viejo amor y regresa de la caricia como una alondra que se debate en lo oscuro sin encontrar la luz de la mañana Después, serena mi cabello en algún odio enmarañado y llama a esa niña que enciende sus ojos con tu boca y reza silencios cuando los labios se acercan a tu nombre
Ana María Navales
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