esta lúgubre manía de vivir esta recóndita humorada de vivir te arrastra alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo y te fue triste estabas sola la luz rugía el aire cantaba pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás tremolarás tus manos así volverá tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó el barco con barbas de espuma donde murieron las risas recuerdas el último abrazo oh nada de angustias ríe en el pañuelo llora a carcajadas pero cierra las puertas de tu rostro para que no digan luego que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días te culpan las noches te duele la vida tanto tanto desesperada ¿adónde vas? desesperada ¡nada más! (Alejandra Pizarnik, de La última inocencia, 1956)
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