Frente al espejo claro de mi vida,
Observo la pureza de mis sueños reflejados en él,
Y oigo cantos mágicos al son de una Marcha nupcial…
¿Quién será el príncipe azul que me despose,
me pregunto yo…?
En los cuentos que leo en mi habitación,
no me lo dicen, ni en secreto las hadas madrinas;
por más que les pregunto…,
y una voz en suave susurro se pronuncia:
¡No seas impaciente, niña hermosa!
Pronto llegará el día en
que tus sueños se hagan realidad,
y un príncipe besará tus mejillas,
que con perfume de jazmines cubrirá esta habitación,
y yo estaré junto a ti, respondió mi muñeca.
De pronto, sedas y tules blancos maravillaron
mi vista frente al espejo;
que con elegancia me hacen pensar en voz alta:
¿Y qué hay de mis sueños de niña?
¿Ellos aún me acompañarán ya hechos realidad ?...
Y un silencio profundo calma mi curiosidad ingenua,
mientras toco en el espejo el ramo de rosas
que llevaré el día de mi boda ante el altar.
Y es entonces, que mi cajita musical se abre y
entona el Danubio Azul…,
para bailar y dar vueltas en mi habitación,
con las mariposas que de mi jardín se asoman
por la ventana que ilumina mis sueños,
con pétalos de flores que se desprenden de las cortinas
que se abren con mis ojos llenos de luz e ilusión…,
¿Y qué hay de mis sueños de niña…?,
si solo canto y río mientras juego
con mis pensamientos junto a mi soledad..
Y es entonces, cuando una respuesta tímida
asoma a mi balcón
para decirte mi bien amado que…
A veces pienso que mis sueños de niña,
se cayeron junto al pañuelo blanco
que secó mis lágrimas en un lecho de ilusión,
y que en un barquito de papel fueron
abordados en eterno viaje para no
regresar nunca jamás, perdiéndose hacia el
otro lado del mar de nuestra adolescencia,
sin esperanza de encontrarnos en mi juventud,
Porque ya adultos nos separa la nostalgia,
y aunque el recuerdo nos une,
las lágrimas atormentan nuestro barquito de papel,
que navega en el ancho mar con el pañuelo blanco
que me dejaste al partir sin despedirte…