Doña venenos habita a unos pasos de mi casa. Ella quiere disfrutar rutas, jardines y playas, y todo ya se lo dimos, pero no está apaciguada.
¿A qué vino de tan lejos si viaja llevando su alma? a los que nacen o mueren, a los que arriban o zarpan, y aunque son muchos sus días ¡no se cansa, no se cansa!
¿A qué vino de tan lejos si viaja llevando su alma? Pudo dejarla, sí, pudo, en cactus abandonada, y hacerse, cruzando mares, otra de hieles lavada.
¿A qué vino a ser la misma bajo el país de las palmas? Me la dicen, me la traen todos los días contada, pero yo aún no la he visto y me la tengo sin cara Cada día me conozco árbol nuevo, bestia rara y criaturas que llegan a la puerta de mi casa.
¿Pero si no la vi nunca cómo echo a la forastera? Y si me la dejo entrar, ¿qué hace de mi paz ganada? ¿qué de mi bien que es un árbol?
Todos me preguntan si ya vino la malhadada y luego me dicen que... es peor si se retarda.
Gabriela Mistral
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