Deuda
A veces pienso que me debes tanto,
y mi deuda hacia ti es apenas nada,
cuando, por evadirte de mi almohada,
me acuesto solo, y solo me levanto.
Huye la noche. Se reanuda el canto
del ángel de la luz, alba dorada;
se viste el mundo de color, y un hada
transforma en arpa de sonrisa el llanto.
En tal fantasmagórico momento,
redescubre en sí mismo el pensamiento
nuevos valores de la propia historia.
Y advierto entonces que al haberte amado
de tal modo, soy yo quien se ha endeudado,
debiéndote dolor, gozo y memoria.
Francisco Alvarez Hidalgo.