Soy una hoja que el viento azota
lleva por caminos imprevistos,
me sacude, raspándome, ajándome
por calzadas desconocidas.
Si el día es otoño, mi color es ocre
y mi cuerpo gastado sufre,
mi mente se interna en porfías,
que se pierden en domos cuadrados.
Si en la jornada besa la primavera,
la sangre corre por las nervaduras
a una velocidad enloquecida,
disfrutando la lluvia que serena mi sed.
reverdeciendo el color de la piel.
Pero a veces amanezco verano
y el sol entibia mi alma florecida,
brillando entre todas las demás hojas,
me siento tangible en mi árbol madre.
Cuando llega el invierno con el frío,
la oscuridad de sus cortos días,
las ramas secas sin golondrinas
voy desapareciendo mansamente,
rodando por extrañas distancias,
sin encontrar la calle, la vía,
que me lleve a mi Árbol.
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